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Reportaje:

Surfeando en las olas de la Bolsa

Bancos y 'brokers' afinan sus ofertas 'intradía' para atraer a los inversores particulares más arriesgados

Nervios de acero, un buen ordenador, una mejor conexión a Internet, conocimientos del mercado, buena información, datos en tiempo real... Básicamente es lo que han de tener los inversores intradía, los llamados day traders, que en una misma sesión bursátil compran y venden valores. De vital importancia para su negocio son las comisiones que deben afrontar en cada una de sus operaciones: han de ser lo más económicas posible. En ello están las entidades, bancos, sociedades de valores y brokers, que lanzan sus ofertas a la caza de estos inversores arriesgados, y que van desde regalar dinero en comisiones futuras, ofrecer operaciones gratuitas, eliminar las comisiones de custodia...

Con la inversión a muy corto plazo se puede ganar mucho o perder mucho

Las ofertas (véase cuadro) son tan variadas que resulta difícil deducir cuál es la mejor: ni todos los inversores realizan el mismo número de operaciones, ni del mismo tipo ni por el mismo importe. Ni siquiera operan igual. Dicen los expertos que hay muchas formas de invertir en Bolsa en el muy corto plazo. Se puede, dicen, apostar por el scalping: realizar cada día el mayor número de operaciones posible tratando de conseguir con cada una de ellas un pequeño beneficio o una pequeña pérdida. Se compran los valores a precio de demanda y se venden a precio de oferta: el spread (diferencia entre ambos) es su beneficio. Con el swing trading se trata de surfear por las olas que dibujan las cotizaciones. El análisis técnico es su principal herramienta: se buscan los soportes y las resistencias de cada valor y se compra en los primeros y se vende en los segundos. Con el spread trading se juega con pares de valores, de los que se espera que uno de ellos se comporte mejor que el otro, es decir, gane más o pierda menos. Parte del supuesto de que, en general, las acciones de un mismo sector tienen patrones similares de comportamiento. Se compra el valor que se estima que va a comportarse mejor y se vende el que se cree que va a comportarse peor.

O la manera tradicional: se seleccionan uno o varios valores de los que se espera que tengan o bien una clara tendencia alcista o una clara tendencia bajista. Se compran en el primer caso, y cuando se ha obtenido la rentabilidad deseada, se venden. Se venden a crédito en el segundo de los casos, y cuando han bajado lo suficiente, cuando han llegado al nivel de rentabilidad que se exige a la operación, se recompran.

Esta estrategia de inversión, como en general todas las que se basan en la operativa a muy corto plazo, adolece, según los expertos, de un importante defecto. Quienes la usan calculan las ganancias que pueden llegar a obtener, pero no siempre las pérdidas que estas mismas operaciones pueden acarrear. Y para los técnicos, saber gestionar las pérdidas, establecer límites a lo que se puede perder, es igual de importante. -

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