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DIETARIO VOLUBLE
Columna
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Rimbaud en Praga

1 - Regresé de Praga. Pero el viaje empieza ahora. Comienza aquí en mi domicilio, examinando una ilustración de un libro de Klaus Wagenbach. Observo ahí la ciudad desde arriba, tal como podía verse en 1911, desde el Belvedere-Plateau. Creo que en este último viaje me he habituado a ver Praga desde un punto alto. De hecho, el panorama que se abarcaba desde el hotel Moevenpick, en la calle de Mozartova, rivalizaba con el que tengo ahora delante en el libro de Wagenbach y donde veo el Karlsbrücke, la Teinkirche y también los nuevos edificios que en aquellos días acababan de sustituir las viviendas del antiguo gueto. Entre ellos, puedo distinguir perfectamente la casa del 36 de Nicklasstrasse, en cuyo piso superior vivió la familia Kafka de mediados de junio de 1907 a noviembre de 1913. El hijo mayor, Franz, escribió allí La metamorfosis.

Cuando el primer día entramos en el hotel Moevenpick, creíamos que habíamos llegado ya a nuestro destino. Allí estaba la recepción, la sala de Internet, el restaurante, las postales de Kafka y del propio Moevenpick... Sin embargo, aquella entrada era falsa, sólo era el camino de paso hacia otro mundo, hacia nuestra verdadera recepción, que estaba en las alturas. Aún no lo sabíamos, pero para llegar al cuarto 2112 había que tomar un funicular que subía monte arriba y ofrecía vistas como si estuviéramos en el Belvedere-Plateau de la fotografía de 1911 del libro de Wagenbach.

El Moevenpick no es de los lugares que se olvidan. La puerta de nuestra habitación conectaba con el portón de hierro del funicular y con el vacío. Difícilmente dormiremos algún otro día en un cuarto así. Regresar a altas horas a la habitación era siempre puro vértigo y angustia. Una noche, acabé teniendo un sueño tenebroso. En la Praga de antaño, la Praga que Vilém Mirstik veía como una negra belleza y también como una vampiresa lunática, vi a un joven de paso discontinuo que se había perdido en medio de la espesa calina. No era Franz, el hijo mayor de los Kafka, que aún no había nacido. El joven en la bruma, perdido en la embocadura de la Nicklasstrasse, decía llamarse Arthur.

-Arthur Rimbaud -repetía enajenado.

2

- "Mis viajes, rutas taciturnas de la mente, conspiran contra la realidad" (Vilém Mirstik).

3

- En mi viaje a Praga después de llegar de Praga, hago escala en un extraño fragmento del poeta Ripellino en el que dice que la ciudad fue durante un tiempo un manicomio metafísico. Me he detenido en ese fragmento, sobre todo al leer con asombro que Rimbaud pisó Praga y durmió en un hotel de la Ciudad Vieja, en pleno centro de la demencia metafísica: "Así, Praga, envuelta en bufandas de bruma e impregnada de una luz alcohólica, se convierte en la ciudad elegida por Charlie Parker (que toca el saxo en la taberna Orlik), de Billie Holiday, de Dylan Thomas (que reside en un famoso barrio de la periferia), de Verlaine y Rimbaud (que conviven en una habitación amueblada en el centro de la Ciudad Vieja), de Nijinsky, ciudad que es una especie de manicomio metafísico, donde estos personajes le sirven de peones a ese oculto elemento que podríamos llamar pragueidad: manicomio y a la vez escenario sobre el universo, con observatorio y escaleras de vértigo....".

En ese fragmento de bufandas de bruma me ha parecido ver coincidencias con mi viaje a Praga, con las escaleras o funicular de vértigo del Moevenpick y con el sueño (más adecuado a la realidad de lo que creía) rimbaudiano, y además con la sensación de delirante luz metafísica que viera ayer al atardecer, sentado en el café Slavia, a dos pasos de la antigua mesa del poeta Rilke, junto al río. Aun así, algo de ese fragmento de Ripellino no me cuadraba de ninguna forma. ¿Rimbaud y Verlaine conviviendo en Praga? He preguntado, he investigado, he tratado por todos los medios de averiguar si los dos poetas no sólo compartieron dos casas en Londres y una en Bruselas, sino también un cuarto de hotel en Praga. Parece muy improbable. Sí, en cambio, es posible que Rimbaud, sin la compañía de su amante, pasara por Praga, porque se sabe (y de ahí tal vez la confusión de Ripellino) que, antes de su partida a África y después de su violenta ruptura con Verlaine, recorrió Europa a pie durante varios meses y estuvo en Stuttgart, Bremen, Viena, Amberes... Hay muchos lugares que registraron su paso por ellas, aunque de Praga no queda ninguna evidencia. Tal vez, si pasó por la ciudad, se hospedó en el mismo cuarto de hotel en el que un siglo después se quedaría Charlie Parker. Y quién sabe si algún día el incierto viaje de Rimbaud a Praga no pondrá en marcha la novela de algún principiante.

Creo recordar, eso sí, que la última casa de Londres, la que acogió con mayor fuerza la borrascosa relación amorosa de Verlaine y Rimbaud -la misma que inspiró a Luis Cernuda Birds in the night, uno de sus más grandes poemas- va a ser conservada en recuerdo de los dos genios. La casa iba a ser pasto de la especulación inmobiliaria, pero las intervenciones de Julian Barnes, Patti Smith y otros han logrado que el edificio del 8 de Royal College Street, hoy propiedad del Colegio Real de Veterinarios, vaya a ser convertido en centro poético. Allí escribió Rimbaud los primeros versos de Una temporada en el infierno. Después, irían los dos poetas a Bélgica, y allí las peleas se volverían todavía más agresivas y, en uno de sus ataques de celos, Verlaine dispararía contra su amigo hiriéndole en la muñeca. Con el incidente finalizó la gira infernal, y no hubo -que yo sepa- viaje a Praga de los dos poetas, ni siquiera para seguir matándose. Pero no descarto seguir investigando sobre el tema. Otro día. Hoy ya no, porque en unas horas me alejo de las bufandas de bruma y de la negra belleza, y salgo hacia Sevilla, hacia el hotel Macarena.

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