'Tots som vianants'

- "A Barcelona, un de cada tres morts en accidents de trànsit anava a peu. Atenció! Tots som vianants!". El aviso, sin firmar, ha aparecido al pie de muchos pasos de peatones de la ciudad. Se trata de una campaña oficial, impulsada por el Ayuntamiento, a la vista de los resultados de un estudio europeo sobre mortalidad de peatones en accidentes de tráfico. En Barcelona mueren cada año 15 caminantes, que ya es gente. De los 10 países estudiados en el periodo 2001-2005, España es el peor clasificado en relación con su densidad de población: murieron 680 personas, 622 fuera del paso de peatones y 58 en el mismo paso, sobre una población de 43 millones de habitantes. En cifras absolutas, sin embargo, es Alemania la que se lleva la palma más siniestra: 899 personas perdieron la vida en ese mismo periodo. Nuestra indisciplina queda reflejada en esta otra estadística: mientras la media europea es del 77% de muertes de peatones registradas fuera de los pasos previstos, en España esa cifra alcanza el 91,5%.

- El modelo de campaña institucional atemorizadora no es nuevo. Por las carreteras francesas se encuentran carteles similares, con estadísticas de mortalidad, identificados con una silueta negra que recuerda al perfil de tiza que la policía deja en el suelo tras proceder al levantamiento del cadáver. Seguramente, estas campañas surten efecto y todo esfuerzo en la prevención de accidentes es poco. Personalmente, siempre me he sentido más conmovido por los ramos de flores anónimos que se encuentran en muchos cruces de la ciudad. Recuerdo uno que permaneció mucho tiempo en Numància con avenida de Tarradellas. Y también el dedicado a Urruti en la Ronda de Dalt, con el que me cruzaba cada día cuando iba a la redacción del periódico en la Zona Franca. ¿Retiran esos recordatorios los servicios de limpieza o se disuelven ellos mismos por efecto de la intemperie?

- Del aviso aparecido en los pasos de peatones de la ciudad me sorprende la frase final: "Todos somos peatones". Es cierta, pues, antes o después, incluso los más motorizados han de dejar el vehículo e ir a pie en el último tramo de su desplazamiento. Ahora bien, unos son más peatones que otros: los que acostumbran a caminar sin que jamás se les ocurra tocar el coche por la ciudad lo son bastante más que, pongamos, los taxistas o los representantes de comercio, que por su trabajo no tienen más remedio que utilizarlo. Por eso, me pregunto si este memento mori municipal no sería más oportuno dirigirlo al conductor, que cuando está al volante suele olvidarse de su condición pedestre, que al peatón, que en general sabe y se siente permanentemente el débil de la película. Dicho sea sin cuestionar la buena fe de la campaña.