El mar en la mochila
Tres caminatas sin perder de vista el Cantábrico o el Mediterráneo
1 De Hondarribia a
San Sebastián (GUIPÚZCOA)
Esta senda recorre el perfil más abrupto y quebrado del litoral guipuzcoano, el del monte Jaizkibel, la gran elevación costera que separa Hondarribia de San Sebastián y desde cuyas alturas los pescadores vascos oteaban el Cantábrico en busca de ballenas. Un paseo extraordinariamente solitario y natural, pese a discurrir por una zona densamente poblada e industrializada, que transita por laderas verdes de helechos y praderas herbáceas que se funden con el azul del Cantábrico.
Hay que subir en coche hasta el santuario de Guadalupe, centro de culto muy ligado a la tradición marinera, con aparcamiento, fuente, bar y excelentes vistas. Allí, una flecha amarilla, en un mojón detrás del cartel de madera que informa sobre los senderos de la comarca, nos invita a seguir en ascenso por una pista de cemento. Toda la ruta coincide con la primera etapa del Camino de Santiago del Norte, por lo que está perfectamente señalizada con vieiras y flechas amarillas.
Empieza así un agradable tramo por un camino forestal a media ladera y sin grandes desniveles que cruza longitudinalmente el monte Jaizkibel. Arriba, sobre la cresta de la sierra, se ven aún restos de antiguos torreones de vigilancia, desde donde los pescadores vascos oteaban el paso de ballenas. La pista desemboca por fin a la carretera asfaltada GI-3440 y la seguimos en busca de las indicaciones del cámping de Aterpetxea, y luego, hasta un balcón natural con una espléndida vista panorámica de la ría de Pasaia.
Se desciende hasta Pasajes de San Juan, una de las villas marineras más auténticas y mejor conservadas de Guipúzcoa. Cruzamos la ría en el último transbordador que queda en la provincia hasta Pasajes de San Pedro, donde tomamos la carretera que sube al Faro de la Plata. Junto a la cerca que rodea el faro, seguimos una senda que parte a la izquierda entre helechos que se interna por una bella ladera con vistas al mar. Es la parte más atractiva de la jornada. Las flechas amarillas de la ruta jacobea y las marcas blancas y rojas del sendero GR 121, que coincide en este tramo, nos llevarán en paralelo a una antigua conducción de agua de la que quedan en pie dos acueductos, sin dejar nunca la vista del Cantábrico y los olores a salitre. Se sale por fin al albergue juvenil Ulía Mendi, desde donde se inicia un fuerte descenso hasta San Sebastián.
- Longitud: 20 kilómetros. - Dificultad: media. .
2 La fachada marítima de Cabo de Gata
(ALMERÍA)
Pese a la fama del paraje, muy pocos viajeros conocen la existencia de una senda costera que recorre toda la fachada marítima del parque natural, desde Aguamarga hasta San Miguel de Cabo de Gata. Un camino de herradura bien trazado que sube y baja acantilados, que recorre playas de guijarros negros, que cruza espartales y ramblas secas colonizadas por palmitos y chumberas y que permite en tres jornadas disfrutar de los paisajes más intimistas de esta joya de la ecología.
La primera etapa lleva hasta Las Negras. Desde la playa de Aguamarga, fondeadero de pesca desde época hispanomusulmana, hay que dirigirse hacia el sur y tomar una senda bien marcada que sube por los cantiles en dirección a un búnker que se ve arriba. Asciende hasta un pequeño collado desde el que se ve ya abajo, a la izquierda, la cala de En Medio, un arco blanco y solitario de arena, pero no es necesario bajar a ella. Se sigue de frente hasta que una hora después aparece la solitaria cala del Plomo. Desde allí empieza la subida más fuerte de toda la ruta: 250 metros de desnivel que salvan el lomo de Punta Chumba. Luego se baja hasta la cala de San Pedro, uno de los sitios más sorprendentes de la jornada, donde vive una comunidad permanente de hippies, y se sigue por un sendero a media ladera y sin apenas desnivel hasta Las Negras.
La segunda jornada termina en San José. Se sale de Las Negras por asfalto hacia la cala del Cuervo, y desde allí, por el sendero de La Molata, que pasa por encima de antiguas dunas fósiles, hasta el castillo de San Ramón y El Playazo. Luego no hay más remedio que salir a la carretera para cruzar Rodalquilar. Por asfalto se llega al mirador de La Amatista, una de las mejores panorámicas del litoral, y después, a Los Escullos, desde donde una pista forestal salva la Punta de los Frailes para entrar en San José.
El último día se puede llegar sin problemas hasta San Miguel de Cabo de Gata pasando por las playas de Los Genoveses y el Monsul, las dos más famosas del parque, y por el faro de Cabo de Gata. Todo a través de un escenario abierto, radiante, de colores primarios que muestran siempre la inmensidad azul del Mediterráneo a la izquierda y el paisaje morisco de casas cúbicas de cal, higueras y algarrobos a la derecha.
- Longitud: 55 kilómetros (Aguamarga-Las Negras, 12,5 km. Las Negras-San José, 21,7 km. San José-San Miguel de Cabo de Gata, 21 km).
- Dificultad: media. - Puntos de avituallamiento: Aguamarga, cala del Plomo, Las Negras, Rodalquilar, Los Escullos, San José.
3 Sa Volta des General
(MALLORCA)
El litoral mallorquín está circunvalado por una red de senderos (sa costera) que delimita la línea de costa. Utilizadas tradicionalmente por carboneros, pescadores o carreteros, estas sendas constituyen la mejor manera de acercarse a los escabrosos parajes del litoral, en especial a los de la zona norte, cuya complicada orografía impide en la mayoría de los casos el acceso con vehículo.
Esta senda transita por uno de los parajes más apartados de la sierra de la Tramuntana. Une en un agradable paseo Ports des Canonge y Banyalbufar, una coqueta población agrícola que crece entre terrazas abancaladas y muros de piedra seca, a los pies de la Mola de Planici. Un paseo muy sencillo, sin apenas desnivel, al que los locales conocen como sa volta des generals.
La senda empieza al final de la carretera asfaltada que baja hasta el Ports des Canonge, en una explanada de tierra a la que una cadena impide el paso de vehículos. Al otro extremo de esa explanada empieza un camino de tierra, amplio y en buen estado, que asciende ligeramente por un bosque de pinos. Entre los acantilados que iremos dejando a la derecha destaca un peñón rocoso y muy afilado, la punta de S'Aguila, sobre el que bate el fragor del oleaje. El camino pierde pendiente al llegar a un amplio valle abancalado que se abre a la izquierda. Entre almendros y frutales despunta una gran casa de labor típica de la payesía mallorquina. Es Son Bunyola, una de la últimas grandes mansiones agrícolas de la zona, adquirida en 1994 por el magnate británico Richard Branson para convertirla en un hotel de lujo.
Tras Son Bunyola, la pista se convierte en un agradable sendero que llanea a media altura de la ladera. Al poco, el acantilado se hace más vertical y el sendero se sumerge en una pared abovedada que se eleva varias docenas de metros sobre nuestras cabezas. Es el tramo más espectacular del recorrido. La senda sale por fin a la carretera C-710, a unos tres kilómetros de Banyalbufar, justo en un mirador desde el que se domina el pueblo, su costa, y las terrazas de pinos, algarrobos, higueras, olivos y almendros.
- Longitud total: 10 kilómetros. - Dificultad: fácil. - Puntos de avituallamiento: Port des Canonge y Banyalbufar.
GUÍA PRÁCTICA
Información
- Oficina de turismo de Hondarribia (943 64 54 58; www.hondarribia.com).
- www.gipuzkoaturismo.net.
- Oficina de información del parque natural del Cabo de Gata (950 38 02 99; www.cabodegata-nijar.com).
- www.almeria-turismo.org.
- Información turística de Mallorca (971 71 22 16; www.infomallorca.net).
- www.illesbalears.es.
Cómo ir
- Vueling (www.vueling.com), Clickair (www.clickair.es), Iberia (902 400 500; www.iberia.com), Spanair (902 13 14 15; www.spanair.es) y Air Europa (www.aireuropa.es; 902 401 501) vuelan a Palma de Mallorca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.