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Reportaje:

"EL CSKA merece estar en la final"

Spahija, técnico del Tau, felicita a sus jugadores y a la afición

"¿Qué tiene el Tau que no posea el CSKA?", le preguntaban a su técnico, el croata Spahija, la víspera del partido. Contestó: "Pues... sólo la afición". Del resto de virtudes del conjunto ruso, Spahija lo admiraba todo. Los baskonistas no quisieron contradecirle y, a pesar de la derrota de su equipo, el grito "¡Bas-ko-nia!" sonó atronador en el Pabellón de la Comunidad. Para Spahija ayer no fallaron ni su afición ni sus jugadores: "Perdimos la concentración un momento, y nos costó el partido", explicó. "Felicito a mis jugadores porque la táctica se ha cumplido al 90%. Y al CSKA por estar en la final, porque se lo merece", admitió el técnico, que este año ha caído en sus tres duelos contra los rusos.

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Para el serbio Rakocevic, sin embargo, hubo algo más. El alero estaba enfadado al abandonar la pista y, a pesar de que la organización le prohibía hablar con los medios, dijo: "Los árbitros han tomado algunas decisiones que nos han perjudicado. Y duele, porque no entiendo por qué". Su entrenador tampoco pasó por alto ciertas acciones arbitrales, pero no quiso usarlas como excusa. "No siento que me hayan robado. Cuando se pierde con un equipo como el CSKA, se debe estar orgulloso y no decir nada". Spahija, que debutaba ayer la Final Four, vivió todo el partido de pie.

Messina, su colega del CSKA, estuvo algo más calmado, aunque la actuación de su equipo en la primera parte le hizo saltar alguna vez del banquillo. "Hemos entrado con miedo, nerviosos y permitiendo muchas penetraciones", reconocía el italiano, que mañana luchará contra el Maccabi por su cuarta Euroliga. "Por un momento pensé en cambiar de estrategia, pero en la segunda mitad tuvimos un mejor balance defensa-ataque, y defendimos mejor en el poste bajo a Splitter y McDonald". El Maccabi llega acompañado por 6.000 aficionados. "El Tau no ha sido más anfitrión que ellos", aseguró.

Entre la hinchada baskonista, José Ignacio y Pilar, bufandas al cuello, que han acudido a las últimas cuatro Final Four con su equipo, les quedará el antojo de enfrentarse al Maccabi "para vengar la derrota en la final de Moscú hace tres años". Ahora dudan si quedarse a la final de consolación del domingo. Su voz se apagó, un año más. Como se apagaron los jugadores del Tau, a los que ni la música de Rocky intepretada por sus seguidores a pocos segundos del final ayudo a llegar la ansiada final.

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