Siete horas por un disco
Un centenar de fans acuden a Callao a medianoche para ser los primeros en comprar el nuevo disco de Madonna, 'Hard Candy'
Por Madonna, lo que sea. Si hay que esperar siete horas para comprar su nuevo disco, se esperan. Y si estás trabajando y no puedes, envías a tu madre. Pepita Fernández, de 50 años, llegó ayer a las ocho de la tarde a la puerta de la Fnac de Callao y de allí no se movió hasta que la sustituyó su hijo, Rafael, de 19, que llegó corriendo procedente de la tienda de complementos en la que trabaja. Entre madre e hijo, uno no sabe quién es más fan de la reina del pop. "Él tenía dos años cuando yo le ponía Like a virgin, que echaban en un concierto en la tele, mientras yo planchaba", recuerda Fernández, tan sólo un año mayor que Louise Ciccone, más conocida como Madonna.
"Aquella chica tan rebelde le encantaba a todo el mundo", añade. A pesar de sus desvelos, a ambos se les adelantó Celia Hernanz, de 22 años. Rubia platino, lazo rosa y maquillaje a lo Buscando a Susan desesperadamente. Ya llevaba cuatro horas allí cuando llegó Pepita. Todos querían ser los primeros en hacerse con el nuevo disco de la diva del pop por excelencia. La rubia de los 200 millones de discos vendidos en todo el mundo. La que ha visto que el futuro no está en los discos sino en los estadios y ha dicho adiós a su discográfica. Su nuevo y undécimo álbum de estudio, Hard Candy, lo han producido Timbaland y Pharrell Williams, dos jefes del ryhtm and blues. A partir de ahora la chica materialista trabajará con una promotora de conciertos, Live Nation, con la que ha firmado para los próximos diez años.
"Las descargas de las canciones son un crimen", afirma una mujer
Seguramente Celia tendrá que seguir a su diva en los conciertos. Se aficionó a ella a los 12 años y desde entonces no ha parado. Tiene sus 11 discos. "Incluso los tengo repes: los que se oyen y los que son de colección", afirma exultante. Y que no le hablen de descargas. "Son un crimen", le advierte a Rafael, compañero de fatigas en la cabeza de la cola. "Yo sólo he escuchado las demos", se excusa el aludido. "Y son muy buenas. Madonna se reinventa en cada disco", insiste. Hacia las once, ya son más de medio centenar los que resisten la bajada repentina de la temperatura. Antes de entrar ya se oye el primer single del álbum, Four minutes, en el que Madonna canta a dúo con Justin Timberlake. Es un tema que le augura lo mejor. Publicado el 17 de marzo, ya se ha encaramado a los primeros puestos de la lista del Billboard estadounidense. Sin sorpresas. Sirviendo el mismo combinado de pop solvente con algo de dance, hip-hop y rhythm and blues. Como los que rubricó en la electrónica Music y en la discotequera Hung Up. Madonna no tiene rival, según sus fans. "Si lo piensas, qué mujer hay que siga así, en la brecha tantos años,... ¡Y cómo está!", incide Pepita.
Toca medianoche y consiguen el ansiado disco. Para Celia la constancia tiene premio. El compacto le sale gratis y sonríe ante los flashes. "Oye, ¿cuándo es el espectáculo?", pregunta un turista romano despistado. "No, si sólo ponen a la venta el nuevo disco de Madonna", le responden. La cara de sorpresa del muchacho no tiene precio.
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