Bush se mofa de los candidatos a sucederle en la Casa Blanca
El presidente celebra su última cena con los corresponsales
Casi ningún año defrauda. El presidente y su séquito suelen ofrecer cada 12 meses en la cena de corresponsales de la Casa Blanca un auténtico espectáculo. El de la noche del pasado sábado estuvo a la altura de lo que se esperaba, sobre todo en un año electoral tan intenso y único como el que se está viviendo en EE UU.
"Hillary no llegó por los disparos de los francotiradores", bromeó Bush
Más relajado de lo habitual -George Bush vive sus últimos días en el Despacho Oval ajeno al mundo, o el mundo ajeno a él... ya puede entrevistarse con Mahmud Abbas, o la secretaria de Estado pasear bajo las bombas en Irak, que apenas recogen titulares-, el presidente de Estados Unidos subió al podio y se ganó a los presentes resaltando que ninguno de los tres candidatos que luchan por la nominación de sus partidos a la Casa Blanca estaban presentes en el acto. "El senador McCain no está aquí. Probablemente quiere distanciarse de mí un poquito", bromeó Bush, en referencia a la losa que supone para el senador de Arizona que el electorado le asocie a ocho años de oscurantismo republicano liderado por Bush.
Liquidado su propio campo, le tocó el turno a las figuras demócratas, que no pasan un día sin que tengan que dar explicaciones por su último comentario, mentirijilla o exabrupto de terceros en el carrusel en el que se ha convertido la campaña del Partido Demócrata. "Hillary no pudo entrar en el recinto debido a los disparos de los francotiradores". Risas y risas. "Y Obama estaba en la iglesia". Más risas. Los guionistas del presidente escribieron un libreto a la altura de la cena de corresponsales.
Cierto que la realidad se lo pone fácil y supera a la ficción. La senadora Clinton decidió fabricarse a su medida una historia de balas y heroísmo en un viaje a Tuzla, al poco de acabar la guerra en Yugoslavia, que los archivos y hemerotecas se encargaron de desmentir. Y Obama no vive un segundo sin que alguien le pida explicaciones de por qué mantuvo a su lado al pastor Jeremiah Wright, quien dedicaba sus sermones a dar una mala imagen, por decirlo suave, de EE UU.
Admitiendo sentirse "un poco melancólico", el presidente que se desayuna cada mañana con uno de los índices de aprobación más bajos de la historia estadounidense, despidió su última cena con vídeos de su paso por la Casa Blanca. Y cerró la noche dirigiendo, con brío y entusiasmo de colegial, la banda de marines. Será hasta el próximo año, cuando McCain, Obama o Clinton cumplan con la tradición iniciada en 1914 de unir al presidente con la prensa. Desde Calvin Coolidge, todos y cada uno de los presidentes han asistido a esta cena de gala.
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