Al borde del precipicio
Perdonen por el tópico, pero los playoffs ponen a cada equipo en su sitio. Algunos nos las prometíamos mucho más felices. Por desgracia, en ese grupo estamos los Raptors, los Suns, los Nuggets, incluso los Pistons. En cambio, otros, de los que apenas se esperaba gran cosa, se reivindican a base de bien, caso de los Sixers. Antes de que empezara la Liga, se predecía en muchos medios que los de Filadelfia podían estar entre los tres o cuatro peores equipos de la Liga. ¿Qué ha sucedido para que hayan logrado meterse en los playoffs y encima estén poniendo en serios apuros a los Pistons? Nadie sabe muy bien cómo pero, con muy poquito, exprimen al máximo sus virtudes. No poseen un abanico táctico o técnico muy amplio, pero saben rentabilizar la calidad de jugadores como Miller, Evans, Young o Iguodala, con un ritmo de juego, además, muy divertido, rápido, corriendo muchísimo. Y en defensa son capaces de ahogar al rival a base de una defensa presionante y que arriesga muchísimo, sabiendo que si son sobrepasados suelen tener detrás a un pívot muy intimidador como Dalembert.
Así está el cuadro de los Play-offs de la NBA |
Me sorprende bastante que los Suns no le hayan podido dar más guerra a los Spurs. Pese a la experiencia de los de San Antonio tampoco era previsible que fueran a barrer como están haciéndolo. Marcó mucho el primer partido y la forma en que se resolvió, tras dos prórrogas, forzadas con triples de Finley y Duncan. El equipo que pierde un partido de esas características siempre acaba más cansado y dolorido. Si no es capaz de asimilarlo rápido, está apañado. Shaquille O'Neal no es el mismo de antes y tal vez Marion era más importante de lo que se creía para los Suns.
Los que están dando una sensación de solidez y seguridad sensacional son los Lakers de Pau. Son capaces de romper los partidos a su antojo. El último, lo ganaron con la gorra. Dan una sensación de solidez enorme, de jugar de memoria, de rodillo. Y eso que los Nuggets no son en absoluto un rival fácil. Por ejemplo, no creo que sean peores que los Dallas Mavericks. A nosotros nos metieron 150 puntos. Pero los Lakers están demostrando esa rara habilidad para empequeñecer a los grandes equipos. Habrá que ver qué sucede cuando se enfrenten a algún rival que sea capaz de hacerles sufrir. Lo bueno de los Lakers es que no necesitan tener un gran día para vencer. Si pasa Houston, creo que lo tendrán más fácil, pero si pasa Utah, tal vez deban afrontar ese tipo de rival duro de pelar que les puede hacérselo pasar mal, algo que en los últimos meses apenas ha conseguido nadie.
No puedo finalizar sin referirme a mi propio equipo. Estamos al borde del precipicio por errores nuestros. No pienso que sea imposible superar el match ball que tenemos hoy (la próxima madrugada se disputa el quinto partido en Orlando y, de vencer los Magic, los Raptors quedarán eliminados). Pero, si queremos ganar, debemos demostrar que tenemos orgullo. El comentario generalizado cuando se analizaba a los Raptors esta temporada es que contamos con un equipo con bastante talento pero un poco blando. Es el momento de demostrar que no es así. En el tercer partido, muy bien empujados por nuestro público, lo conseguimos. Está claro que deberíamos impedir que Dwight Howard reciba dentro de la pintura, impedir con nuestra defensa que los Magic le pasen el balón a menos de cuatro o cinco metros de la canasta. A media distancia le resulta mucho más difícil desenvolverse, girarse para pasar o lanzar. Pero si recibe muy adentro, sólo te queda rezar para que no anote. También deberíamos intentar controlar mejor a Turkoglu y a Rashard Lewis, que en el cuarto partido nos machacaron. La verdad es que los partidos se nos hacen muy cuesta arriba cuando tenemos que iniciar la jugada sacando de fondo, quiero decir, cuando no es a base de contraataques en velocidad. Nuestra irregularidad es inexplicable. El único que mantiene el tipo cada día es Bosh. Espero que en el quinto partido no sea así, que no se quede solo y que podamos volver a disputar otro partido en Toronto. La temporada no puede acabar tan pronto para nosotros. Sería una mala pasada.
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