La posada de Águeda

Cuando se visitan las tierras del interior de nuestra Comunidad se aprecia que la cocina que se nos ofrece evoluciona de forma lenta y tardía, alejándose de forma paulatina pero constante de los actuales criterios, que proporcionan una dieta más ligera y equilibrada.

En Requena, a orillas de la antigua carretera hacia Madrid, se encuentra La Posada de Águeda, local en el que desde hace algunos años Julio Ochando y su esposa Águeda intentan ajustar sus platos a los tiempos que corren, integrando las sólidas tradiciones con una cierta modernidad.

Así se presentan con el mayor clasicismo unos chipirones rellenos de si mismos, que aunque sabrosos resultan algo sobrecocidos, o una patata rellena de setas y foie gras, que gratinada al horno resulta alimenticia, pese a que el calor del último instante reseque en exceso la capa exterior y le confiera un cierto sabor a quemado.

Más conseguidos resultan los platos principales, tanto el cordero, que después de asado se deshuesa y forma una pastilla -lo cual facilita de forma notable su manipulación- con las características que del ovino se esperan, como la perdiz, que goza de las virtudes de un magnífico escabechado, y que se come con alegría.

En resumen, un lugar donde la cocina manchega comienza a perder su nombre y a la que se incorporan criterios actuales, tanto en la culinaria como en la presentación, que supera de forma amplia lo que acostumbraba.

Eficiente y agradable servicio de sala, siempre atento a las pretensiones del comensal, y elegida bodega que representa de forma contundente los vinos de la zona.

Lástima que falten algunos detalles, insignificantes pero definitorios -como no poder preparar unas patatas fritas que acompañasen a la magnífica perdiz- que nos dejan ligeramente insatisfechos.