_
_
_
_
Reportaje:

"Jo sóc de Madrid"

Un centro catalán organiza una clase de iniciación al idioma en el Día de Sant Jordi

Las rosas, Mercè Rodoreda y Barcelona van en un pack de regalo. Las ilusiones de África, ajetreada como viene, van en otro. Llega tarde y no hay sillas. Uf. Decide quedarse de pie junto a Laura, que balancea su rosa y no para de mirar a las musarañas. La clase está finalizando. Pero ya hace un rato que se ha aburrido. Enfrente, su amiga Kasandra hunde la mirada y contesta:

-Jo sóc de Madrid.

Laura le envía una sonrisa cómplice. Y Kasandra le devuelve una mirada de reojo. Medio avergonzada. Normal. Laura la observa con lupa porque es catalana. Y se lo sabe todo al dedillo. En 15 minutos, fin de la clase.

-Adéu.

Hay que rebobinar. El principio es éste:

-Hola. Em dic Lluïsa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Es Lluïsa Serra, que rompió el hielo en el Centre Cultural Blanquerna. Ayer, junto a la Escuela Oficial de Idiomas Jesús Maestro y el Cercle Català de Madrid, organizaron un curso de iniciación al catalán en dos sesiones. Por primera vez. Sant Jordi en Madrid: 40 minutos cada clase; 40 minutos pendientes de una pizarra; 40 minutos en los que se enseñará lo que se puede enseñar en ese tiempo. Decir el nombre, cuatro preguntas básicas, los números y el alfabeto. Poco más; 40 minutos de nerviosismo que no estaba sólo en las caras de los alumnos.

Luis, un estudiante dominicano, asegura que escucha catalán "en Internet"
"¿Cómo es ese trabalenguas? 'Setze jutges d'un jutjat...", dice una alumna

Es lo que tiene la primera vez. Lo es para María José, riojana auténtica como el vino, impaciente, que ha entrado a pelo:

-¿Cómo es ese trabalenguas? Setze jutges d'un jutjat...

Algo ha escuchado por ahí, en sus idas y venidas a Cambrils (Tarragona), cuando visita a su nieta, que vive allí. Lo farfulla en cuanto llega. Antoni, francés de Toulouse, de padre español, la mira con cara de póquer. ¿Qué estará diciendo? Pues dice que 16 jueces de un juzgado... Ahí se quedó. Le faltaba mengen fetge d'un penjat (comen hígado de un ahorcado). Qué cosas.

-Comencem.

Lluïsa pone orden. Hay cinco alumnos. Y continúa:

-Sóc de Barcelona, però visc a Madrid. D'on ets?

-Sóc de Cádiz.

A Juan le ha costado responder. Como si se le hubiera olvidado de dónde es. Claro que es de Cádiz, que lo sabe y que lo dice. Pero ha llegado tarde y anda perdido. Y se lía.

Recto como una vela está, en el otro extremo de la mesa, Luis. Es dominicano y se ha pasado por aquí porque quiere aprender catalán. Éste, ha pensado, puede ser un buen principio. Lo es. No se le traba la lengua en nada de lo que acaba de aprender. Se explica: "Hace tiempo que quería recibir clases, aunque escucho catalán en radios, por Internet. Y tengo muchos amigos de Barcelona".

Es lo que le falta a África, una de las rezagadas. La de las ilusiones. No tendrá amigos barceloneses, pero ganas, todas las del mundo. Para ella, el catalán tiene un aire a salitre que en la meseta puede saber a gloria bendita. Así es desde hace un par de meses. Pero ahora, después de leer tanto en ese idioma, erre que erre, después de escuchar y escuchar podcasts en Internet sin cansarse, el aroma ya es ventisca. Y a Laura la empuja al Mediterráneo. "Soy de Madrid, trabajo en una empresa química y quiero irme a trabajar a algún rincón de la costa catalana. Me da igual cuál. Lo que quiero es el mar", aclara. No le quita los ojos a la profesora. Es hora de aprender a decir un número de teléfono.

-Quin telèfon tens, Lucía?

Lucía responde mirando el libro que le acaban de entregar. Los 12 alumnos, desde Roberto a Elena, contestan. Pero aquí nadie apunta. Se les ha ido una oportunidad. ¿Nadie quiere hacer nuevos amigos? ¿Nadie quiere ligar?

África se va, media sonrisa, con su guía de Barcelona, su libro de Mercè Rodoreda, Jardí vora el mar, su rosa. Con su mochila a la espalda y su bolsa con libros. El pack de sus ilusiones en el Mediterráneo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_