Injusticia en Anfield
Un gol en propia puerta de Riise evita una merecida victoria del Liverpool ante un Chelsea lamentable
En el fútbol, como en la vida, no hay justicia, como bien pudo comprobar ayer Anfield, que despidió al Liverpool con una ovación emocionante. Premiaba así su brillante fútbol, anulado en el último minuto por un gol en propia puerta de un desafortunado Riise. El noruego había entrado por el lesionado Fabio Aurelio y, desde el primer momento, se vio que no estaba en el partido. Benítez se pasó corrigiéndole desde la banda, pero no pudo evitar la desgracia. Empañó así lo que había sido una exhibición de los reds alrededor del toque de Xabi Alonso, que había impuesto la pausa. Quiso ganar y lo declaró en cada pestañeo de un duelo menos táctico de lo previsto y en el que la creatividad estuvo siempre de parte del Liverpool. El Chelsea especuló como de costumbre, renunció a toda transición en el centro del campo y, sólo al final, con el miedo de irse a Stamford Bridge con un peligroso 1-0, apretó las mandíbulas de Reina. El Liverpool es un equipo renovado que crece cada temporada. El Chelsea, no. "El equipo de Avramovic", como le definió Benítez, es un dinosaurio que necesita un cambio de jugadores y, sobre todo, de estilo. Aunque ayer la fortuna estuviera de su parte.
LIVERPOOL 1 - CHELSEA 1
Liverpool: Reina; Arbeloa, Skretl, Carragher, Fabio Aurelio (Riise, m. 62) ; Mascherano, Alonso; Kuyt, Gerrard, Babel (Benayoun, m. 76); y Torres. No utilizados: Itandje; Hyypia, Crouch, Pennant y Leiva.
Chelsea: Cech; Ferreira, Carvalho, Terry, A. Cole; Ballack (Anelka, m. 86), Makelele, Lampard; J. Cole (Kalou, m. 63), Drogba y Malouda. No utilizados: Hilario; Shevchenko, Mikel, Alex y Bellett.
Goles: 1-0. M. 43. Kuyt recoge el balón dentro del área y bate por bajo a Cech. 1-1. M. 94. Riise, en propia puerta al querer despejar de cabeza.
Árbitro: Konrad Plautz (Austria). Amonestó a Terry.
Unos 45.000 espectadores en Anfield.
Xabi Alonso, cabeza levantada, respetuoso siempre con el balón, marcó el pulso
Sujeto por Carvalho y Terry, Torres intervino poco, pero una vez recordó a Romario
Los de Abramovich sólo apretaron las mandíbulas de Reina al final
Si las nuevas reglas de la FIFA prohibieran jugar en el centro del campo, el Chelsea no notaría ningún cambio. Llevaría unos años de ventaja. A pesar de tener centrocampistas de la talla de Lampard, Ballack o Malouda, no le interesa nada de lo que pase en esa zona. Lo suyo es lanzar balonazos a Drogba y que éste, con su fabuloso juego de espaldas a la portería, cree alguna ocasión. Ése ha sido su estilo en los años de Mourinho y sigue siéndolo, puesto que Grant no ha tenido personalidad para cambiarlo. Un desperdicio de talento, un martirio para gente como Lampard, que sería otra cosa en otro equipo donde se le diera más protagonismo.
Tras una primera hora lamentable de ambos cuadros, que confundieron la velocidad con el tocino, el Liverpool fue poco a poco encontrando el pulso al partido. El que marcó Xabi Alonso con su fútbol de cabeza levantada y siempre respetuosa con el balón. Halló la colaboración del luminoso Gerrard para prolongar el ataque y engancharlo con Torres o las bandas. Por la derecha entraba Kuyt y le ayudaba Arbeola, que llegaba de atrás con asiduidad, lo que resultaba indicativo de quién iba a por el partido y quién no. El metro cuadrado estaba caro anoche, pero el Liverpool fue buscando sus espacios. Torres intervino poco, bien sujeto por la firmeza de Carvalho y Terry. Ahora bien, cuando se puso de perfil al borde del área para recibir el pase de Gerrard, recordó a Romario. Recibió del capitán, se metió hasta la cocina y Cech le sacó el disparo con el cuerpo.
"Rafa, Rafael, Rafael Benítez", rugió The Kop, que entró en éxtasis después. Cuando Kuyt se fabricó su gol. El holandés robó la cartera a Lampard y después aprovechó el resbalón de Makelele, que rompía el fuera de juego, para batir a Cech. Previo al gol hubo un taconcito sublime de Alonso, que estaba para lo fino y lo grueso.
El Liverpool salió frenético tras el descanso. Babel se iba de Ferreira con facilidad y Alonso reina en el círculo central. Así que Terry trató de calmarlos con un rodillazo a la espalda de Torres cuando el madrileño yacía en el suelo. No lo vio nadie porque el balón estaba lejos. El capitán de los blues suele dejar estos regalos como muestra macarra de autoridad. Torres se lo advirtió al árbitro, pero no reprochó nada a Terry. Este tipo de detalles, el de no quejarse por nada, es muy valorado en Inglaterra.
Se lesionó Fabio Aurelio y fue despedido con una ovación impresionante. Malouda aprovechó el desconcierto para plantarse ante Reina, pero disparó fuera. El portero, que tuvo un guante en el pie derecho, estuvo impecable. Pero no pudo evitar el cabezazo picado de su compañero Riise.
Benítez: "Han venido todos a verme"
La ironía flotaba en el comentario de Rafa Benítez a un amigo ayer por la mañana. "Han venido todos a verme". El madrileño se refería a Tom Hicks y George Gillet, los estadounidenses propietarios del Liverpool e íntimos enemigos, y al consejero delegado del club, Rick Parry, que está enfrentado con el primero. Pero también a los representantes de Dubai International Capital, la entidad financiera de los Emiratos Árabes a la que Gillet pretende vender su 50%.Todos estaban en el palco de Anfield. Lejos de las gradas, el lío que hay montado es mayúsculo. Más propio de una telenovela que de un club histórico. En el ojo de ese huracán de puñaladas verbales y desagravios se ha encontrado Benítez, a quien todos querrían ver fuera. Incluso hablaron con Jürgen Klinsmann, ex seleccionador alemán, para que tomara las riendas del equipo.
Los números del técnico (11 victorias, dos empates y una derrota en los últimos 14 partidos), al que algunos aficionados llaman "the Spanish Shankly", en referencia al legendario entrenador, han acabado por postrar a Hicks, Gillet y Parry que ya no piensan en librarse de él.
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