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Ewa Podles vuelve a triunfar en A Coruña

El viernes, Ewa Podles demostró en A Coruña por qué está considerada la mejor contralto del momento. La cantante polaca es la máxima expresión de esa voz, tan escasa en la actualidad que podría ser considerada en peligro de extinción. Por eso, estas voces únicas deben ser objeto de cuidados exquisitos: como el aplauso largo y cálido que le dedicó el público coruñés en cuanto apareció en el escenario del Palacio de la Ópera.

Su Orfeo con el desaparecido Peter Maag, sus dos Viaggio a Reims y todas sus actuaciones con la Orquesta Sinfónica de Galicia y Víctor Pablo la hacían acreedora a él. A Coruña sabe valorar y gozar de las grandes voces y Podles es la gran contralto en este inicio del siglo XXI. Su voz tiene una tesitura tan amplia que recuerda a los mayores a aquella Irma Sumac de los años cincuenta y sesenta; y es tal su poderío que hace vibrar el difícil ámbito acústico del Palacio de la Ópera como si fuese un órgano de tubos, llenando de música cada uno de sus rincones.

Rossini y Beethoven

En la Cantata Giovanna d'Arco, de Rossini, su musicalidad y capacidad de expresión destacaron en el intenso dramatismo de O mia madre, e tu fratanto... y en la alegre sensación de triunfo heroico de que impregnó la última estrofa, Corre la gioia di core en core. En Già m'ha toccà, m'investe, già m'arde, volvió a emocionar con una demostración de las increíbles agilidades que es capaz de alcanzar una voz que, por densidad y registro, parecería bien difícil de mover en notas rápidas. Aunque es precisamente esa apariencia de facilidad lo que caracteriza a los grandes talentos como Podles.

En la obertura de Il Barbiere di Siviglia, crescendos bien graduados y cambios de ritmo adecuados sirvieron a la Sinfónica para demostrar que sigue siendo la mejor orquesta rossiniana de España. Tras el descanso, la Octava Sinfonía de Beethoven brilló con ese plus de claridad de líneas de que la nueva edición crítica ha dotado a las nueve sinfonías del sordo de Bonn. La versión de Víctor Pablo con la OSG tuvo en su Allegro inicial la fuerza que conviene a la obra. En el Allegretto, buena riqueza tímbrica con notables pizzicatti de violines segundos y violas, con más vuelo expresivo en la repetición. Buen juego en el Minueto, con unas trompas y timbales sobresalientes y Finale correcto pero algo más plano de expresión.

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