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Reportaje:

"Los gitanos tenemos nombre, igual que los payos"

Un patriarca y una psicóloga charlan sobre integración

"Ah, rumana. Allí en Roma se dedican a pedir y aquí vienen a robarnos. No dan palo al agua, no se relacionan con los gitanos españoles". Se lo dice con retranca el patriarca coruñés Antonio Giménez a la psicóloga social Adina Dumitru, paya, nada más presentarse en el mercado de Os Mallos. Dumitru, estudiosa del Holocausto gitano en Rumanía, simultanea su trabajo en la Universidad Oeste de Timisoara con el grupo de investigación Persona-Ambiente de la facultad de Ciencias de la Educación de A Coruña, que coordina Ricardo García Mira. "Lo que hay que integrar es la opinión de los gitanos", dice. "Integración no es que el grupo mayoritario decida las reglas para todos".

Antonio Giménez es el presidente de los vendedores ambulantes de A Coruña. Pasó de vivir en la Atocha Alta a los arcones de Orillamar. Cuando los derribaron, en 2002, él y otras familias gitanas pudieron acceder a pisos protegidos en la misma zona. Don Antonio, con 12 hijos y 35 nietos, ha visto cómo adelgazaban los asentamientos gitanos de la periferia, y dice estar "sorprendido" por la dimensión que han alcanzado las movilizaciones contra el supuesto realojo de familias de Penamoa en barrios como Novo Mesoiro, Eirís y Os Rosales. "Si el pueblo quiere evitar la droga y la delincuencia, hay que dar una oportunidad", dice. "¿Que la gente no los quiere en pisos? Pues que les den una casa de ladrillo fuera de A Coruña". Jiménez también habla del papel de los medios de comunicación: "Me molesta cuando dicen 'los gitanos'. Tenemos nombre, igual que los payos".

"Si no los quieren en pisos, que les den casas de ladrillo"
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Como poblado, Penamoa vive en estado de transición desde hace 23 años, cuando los gitanos de A Gaiteira tuvieron que dejar sitio al Corte Inglés. La Tercera Ronda, que borrará el rastro de las chabolas, abre la posibilidad de construir en el suelo liberado hasta 10.000 viviendas, el 40% de protección oficial. "Estamos en lo mismo que cuando se tiró el poblado anterior a Penamoa", vuelve Giménez. "Pero ahora los gitanos vivimos en pisos, nos hemos metido en la sociedad". Jiménez nunca llegó a residir en Penamoa, pero acude allí "si pasa algo". En el poblado, dice, "todavía hay gente que no ha vivido con ningún payo".

Dumitru intenta racionalizar la violencia de algunas declaraciones. "Ésta es la realidad de las familias realojadas en el barrio pontevedrés de Monteporreiro: un matrimonio joven con un niño de tres meses, una señora mayor de 80 y otra de 50; otro matrimonio mayor con una mujer con problemas de movilidad; otra pareja con dos hijas adolescentes". Frente a una comunidad de 4.000 vecinos y una policía funcional parece poca amenaza, pero según algunos portavoces vecinales, "esto es una guerra".

"Sólo un 10% de la población gitana de Galicia se dedica al tráfico de drogas", destaca Dumitru. Giménez resume: "Los trabajos son de los payos. Un gitano podrá vender unas papelinas para sobrevivir, pero no anda con 20 kilos de droga ni trae barcos llenos de armas".

Trabajo y educación son dos de las cuestiones que, en relación con los gitanos, siguen fijando tópicos. El nivel de escolarización es casi total en primaria, pero ocho de cada diez alumnos abandonan la escuela antes de los 14 años, según SOS Racismo. "Cuando yo me entregué a la sociedad, matriculé a mis hijos en tres colegios diferentes", cuenta el patriarca coruñés. "Los payos deben convivir con los gitanos, y comprobarse los unos a los otros".

Dumitru también se expresa con claridad: "Las comunidades con menos minorías visibles son las que más estereotipos tienen". "La institucionalización del prejuicio", continúa, "comienza situando a los gitanos en la periferia de las ciudades, y sigue con algunas de las soluciones ofrecidas a los realojados, como trasladarse a sus lugares de origen o trasladar su vida fuera del ámbito municipal. Todo con una compensación económica: pagarles para que se vayan".

La Fundación Secretariado Gitano aporta cifras aproximativas de actividad laboral, centrada en venta ambulante, temporerismo y recogida de materiales (50-75%), comercio y profesiones relacionadas con las artes (5-15%) y construcción, obras públicas y funcionariado (15-20%). "A los que viven de la chatarra es mejor que les den un terreno donde puedan ponerla", dice Giménez. El poblado de transición de Penamoa, que al final será un conjunto de talleres de formación, le parece "bien, pero cada uno en su profesión".

Dumitru incide en la necesidad de "conservar las redes sociales de los gitanos" y pensar intervenciones que los involucren directamente. "Hay que integrar más voces, hablar con los verdaderos gitanos". "El Gobierno nos informa, pero no cuenta con los gitanos cuando se deciden las cosas", resume Giménez.

Para Dumitru, poblado de transición "suena a lo que construye la Cruz Roja después de un desastre". "Sin plazos sólo se puede aspirar a un gueto mejor durante un tiempo".

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