La respuesta

Hay pocos temas tan debatidos como la coordinación de la regulación y supervisión financieras. Incontables han sido los foros que demandaban la armonización de las condiciones en los diferentes países, las directivas europeas, los contactos entre reguladores y supervisores de uno y otro lado del Atlántico... Pero la crisis financiera nos ha dado una lección. Ahora hemos probado las consecuencias del arbitraje regulatorio, es decir, de que los agentes aprovechen las diferencias entre unos sistemas y otros para obtener altos beneficios a corto plazo.

En el mundo precrisis, en Estados Unidos había una regulación y supervisión financiera heterogénea para diferentes entidades y entre Estados. Al mismo tiempo, en Europa los sistemas nacionales no estaban integrados, lo que hacía, por ejemplo, que la regulación de los vehículos de fuera de balance fuera diferente dependiendo del país. Este contexto, combinado con nuevos agentes, nuevos productos muy complejos y una abundante liquidez en los mercados llevaron al arbitraje regulatorio.

Para que el sistema funcione es crucial que la transparencia de los mercados financieros se incremente radicalmente para todos

¿Cuál es la solución? ¿Se debe hacer más estricta la regulación aplicable a los mercados? No necesariamente. Si bien es cierto que para algunos productos o segmentos se deberían endurecer las normas aplicables, esto no solucionaría el problema. Una de las lecciones que se deberían extraer de esta crisis es que la importancia de actuar bajo principios de prudencia moralmente aceptables no debería ser minusvalorada. Y para ello es necesario que los incentivos de los agentes sean los adecuados, y que las entidades soporten parte del riesgo que generan en sus balances, y no puedan venderlo a terceros con facilidad. Ahora bien, para que el sistema funcione es crucial que la transparencia de los mercados financieros se incremente radicalmente, para todos los agentes y operaciones.

La respuesta no es una regulación más estricta, sino más coordinada. No es la cantidad, sino la calidad. Porque, si a un agente se le sigue presentando la oportunidad de entrar en algún negocio, posiblemente fuera de su país, obteniendo unos altos beneficios a corto plazo mediante ciertas inversiones arriesgadas, y todo ello legalmente, ¿no la aprovecharía? Así que la coordinación entre los reguladores y supervisores de todo el mundo es especialmente necesaria ahora, cuando podemos extraer lecciones de esta crisis.

Ana Rubio González es economista jefe de Análisis Sectorial, Servicio de Estudios Económicos de BBVA.