La excepción canadiense
Es la economía del G-7 menos afectada por la crisis, gracias al precio de las materias primas, pese a sus vínculos con EE UU
Canadá mantiene el tipo gracias a la espiral en las materias primas. Es la coraza que le defiende de momento frente a la crisis que arrastra a EE UU hacia la recesión. Y ahí está precisamente su punto débil: la dependencia hacia su vecino, socio y aliado, y también en el precio de las commodities. Mark Carney, gobernador del Banco de Canadá, asegura que el país se está ajustando bien a las turbulencias por el colapso de los sectores inmobiliario y financiero. Esta semana deberá aclarar algunas incógnitas.
Canadá es miembro del club de las siete mayores potencias industrializadas del mundo (G-7). Sin embargo, ocupa el puesto 13º en la clasificación de las principales economías del planeta, desplazada por el fuerte empuje de los países emergentes. Pero aunque pierda posiciones, su riqueza en petróleo, gas natural, metales y grano para alimentación le viene como anillo al dedo para protegerse y aguantar la tempestad global.
Su mayor riesgo radica en su dependencia de EE UU, hacia donde dirige el 79% de sus ventas y de donde le llega el 69% de las importaciones
Su economía está muy integrada con la de EE UU, hasta el punto de que el valor de su moneda se mueve cerca de la paridad respecto al billete verde. Y ahí está su gran vulnerabilidad en la coyuntura actual, su dependencia de los altos y bajos en el país vecino, hacia donde dirige el 79% de sus exportaciones y del que le llegan el 69% de los productos importados. El resto de los flujos se reparten entre Reino Unido, Japón y los países de la zona euro.
Por encima de su potencial
El Banco de Canadá asegura que su economía sigue marchando por encima de su potencial, a pesar de la ralentización mundial, y en especial en EE UU. La inversión y el empleo crecen, aumenta la actividad en el sector servicios y le favorece sobre todo por la vía de los ingresos que el precio de las materias primas esté por las nubes. Carney dice que se están aprovechando bien las "numerosas ventajas que ofrece la globalización". La firma de analistas CIBC World Markets comparte el análisis.
Pero la autoridad monetaria no lanza las campanas al vuelo, porque reconoce que la coyuntura es incierta, aunque no tan negativa como en otras economías del G-7. "Hay importantes riesgos a la baja", dice el gobernador. Y aquí mira hacia su vecino del sur. La atonía que vive EE UU está reforzando el valor de su moneda frente al dólar estadounidense, y junto a la ralentización provoca una caída de sus exportaciones, en especial en el sector manufacturero.
La próxima reunión del Banco de Canadá está prevista para el martes. Y dos días después la autoridad monetaria presentará sus proyecciones de crecimiento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una fuerte desaceleración en la expansión, del 2,7% del PIB con el que cerró 2007 al 1,3% en 2008, en línea con la media de las economías avanzadas. De ahí proyecta que repuntará al 1,9% en 2009. Prevé que la tasa de paro se mantenga en torno al 6%.
El FMI atribuye esta desaceleración al efecto combinado de una demanda externa que se debilita y a la rigidez del mercado de crédito.
El alza de precios no parece ser un problema para los canadienses. En marzo la inflación era del 1,4%, en la franja inferior de una horquilla de referencia del 1% y el 3% anual. El tipo de interés está en el 3,5%, tras un recorte de medio punto en marzo.
Hay tres frentes que Ottawa no pierde de vista por el impacto que puede tener en casa. El primero, por proximidad, es la ralentización en EE UU y las turbulencias financieras. Las consecuencias, indica Jenkins, son directas. De hecho, buena parte de las exportaciones tiene como destino el inmobiliario de EE UU. Carney advierte de que si la crisis se prolonga, frenará el crecimiento en Canadá.
Los retos de Canadá no se circunscriben a la crisis provocada por la deuda de mala calidad en EE UU y el parón en la vivienda. También sufre por los desequilibrios en el comercio mundial. Y aquí le afecta en especial el enorme déficit en la balanza de pagos de EE UU. Canadá cerró 2007 con un superávit exterior equivalente a casi un 1% del PIB. El FMI proyecta un deterioro de dos puntos porcentuales, con lo que este año cerrará previsiblemente con un déficit del 0,9% del PIB, que subirá tres décimas en 2009.
Los emergentes
El tercer foco de atención es la competencia creciente de los países emergentes, en concreto de China e India, que podrían poner en cuestión su permanencia en el G-7. El Ejecutivo canadiense se niega a ver la nueva relación de fuerzas en la escena global como una amenaza. Al contrario. Cree que la pujanza de estos países es una oportunidad para la empresa canadiense. Y su fuerte está en las materias primas que necesitan para alimentar su sed de crecimiento.
El alza en los ingresos por esta vía está ayudando a Canadá a sostener la demanda interna. Y a su vez el consumo está potenciando la creación de empleo y compensando el golpe que sufre por la vía de la exportación a EE UU. Además, le está ayudando a consolidar sus cuentas públicas. Éste es un factor que contribuye también a la fortaleza del dólar canadiense, que según el FMI está en línea con sus fundamentales económicos.
La desaceleración podría agravarse si estalla la burbuja en el mercado de derivados y se produce una brusca caída en los precios, que los economistas calculan podría ser de entre el 20% y el 30% si la dispersión de la crisis reduce la demanda a escala global. Carney resta dramatismo a esa eventualidad ya que Canadá tiene una economía muy diversificada. Es más, cree que de producirse esa caída de precios será "ordenada".
A partir de todo esto, el FMI cree que Canadá tiene margen de maniobra para ajustar la política fiscal a la coyuntura, y adoptar medidas que le permitan hacer frente a una desaceleración más profunda del crecimiento. Ottawa acaba de lanzar un paquete de estímulos al crecimiento, en el que contempla recortes de impuestos que aportará tres cuartos de punto al crecimiento sin erosionar su superávit fiscal. Eso sí, pide reformas estructurales para elevar la competitividad y la productividad.
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