Cosa de dos Bochorno
Veo a un tal Benedicto, individuo de apariencia sospechosa pero académicamente santo, lamentarse de la ignominia que supone que 2.500 de los ordenanzas de su piadosa parroquia en la patria de la libertad sintieran debilidad hacia los órganos genitales de los púberes y se los zamparan sin su consentimiento. Y quiere hacer las paces con los judíos, con los escépticos, con los protestantes, con todo cristo. Bush, ese muñeco inarticulado e involuntariamente surrealista, el impresentable representante de los miserables que gobiernan el planeta, le da la fraternal bienvenida al jefe del otro gremio, y Plácido Domingo canta no sé qué con la misma intensidad operística que declama ese hala, Madrid que a algunos les hace correrse y que a mí me provoca grima.
Siguiendo con la grima, esa sensación tan visceral e irracional, vuelvo a sentir su apestosa cercanía al comprobar que la narradora y la conciencia de un programa de Tele 5 sobre las víctimas de ETA es una tal Mercedes Milá. Cuestiones de vísceras, de asqueada incompatibilidad, de repulsión física y mental, es una voz y un tono, es aggh. También me ocurría con el listísimo y lamentable Javier Sardá, ese malabarista del todo vale, incluso las heces si se venden bien.
Más placeres y revelaciones de la televisión que ve todo el mundo, que mata el tiempo, que edulcora el descanso. Veo una mezcla de la seducción dialéctica de Cicerón y de la agilidad mental que poseía Oscar Wilde, un individuo como los de antes llamado Luis Aragonés, seleccionador de ese ridículo ancestral llamado selección española de fútbol. Y decide aclarar su apasionante mundo interior en el melifluo Tengo una pregunta para usted. Qué sensación de vergüenza ajena ante ese fulano que habla dadaístamente de Luis en tercera persona, como si fuera el Espíritu Santo. Qué nivel, qué bochorno, qué añoranza de Valdano, de la clase, de la inteligencia.
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