Sobre terror y terrorismo
Decir La Fura dels Baus es como hablar de una marca registrada que ofrece diversos productos a gusto del consumidor. Conviene matizar y aclarar cuál de sus directores artísticos está detrás de cada espectáculo. De los seis, Àlex Ollé es el más inquieto y el que mejor ha sabido adaptar el sello de la casa a los nuevos tiempos.
Tras una sorprendente y espectacular versión escénica de La metamorfosis de Kafka, Ollé se sirve ahora de la obra de Pushkin Boris Godunov para ofrecer una reflexión sobre el terrorismo, trasladando al TNC el trágico episodio que vivió el teatro Dubrovka de Moscú en 2002, cuando fue asaltado por terroristas chechenos. Qué fácil hubiera sido utilizar ese lenguaje furero para incomodar a los espectadores. Sin embargo, Ollé, asistido por el dramaturgo David Plana, huye de esos recursos para plantear lo difícil que resulta solucionar un conflicto político que pone en peligro la vida de centenares de personas.
Previsible y honesto
El miedo en la ficción puede jugar a la contra pues, como espectadores de Boris Godunov -por mucho que la representación se vea interrumpida por unos tipos que parecen sacados del videojuego Counter Strike-, sabemos que ni vamos a pasar tres días secuestrados ni nada. Y como no se puede trasladar el terror que vivieron los espectadores del Dubrovka, irremediablemente el montaje cae en lo previsible.
No hay sorpresas en la nueva propuesta de La Fura-Ollé, es cierto, pero también lo es que el trabajo realizado resulta, por ese motivo, honesto, como resulta también equilibrado en la visión que ofrece de las dos facciones: los terroristas con sus argumentos, por un lado, y los políticos ante el dilema de contraatacar o negociar, por otro. Es también un montaje limpio que resuelve y resume magníficamente la obra de Pushkin sobre el escenario gracias a las logradas imágenes de Aleu con las que interactúan los intérpretes. Y es probablemente lo más que puede dar de sí un tema tan arriesgado y acotado de antemano como este.
