"Somos el equipo de los currantes"
Cosmin Contra (Timisoara, Rumania; 32 años) no se sorprende por la cantidad de paisanos que tiene en Madrid. "Somos 195.000, pero más por necesidad que por otra cosa. Nos gusta currar", dice el defensa del Getafe, que esta noche jugará de interior derecho: "No es mi posición, pero siempre doy la cara".
Pregunta. El Getafe afronta su segunda final consecutiva de la Copa del Rey pese a llevar sólo cuatro años en Primera y contar con un presupuesto de 25 millones de euros, la sexta parte del que maneja el Valencia. Pusieron al Bayern contra las cuerdas y son los favoritos al título. ¿Respetan a alguien?
Respuesta. Mire, yo soy de la ciudad donde nació Johnny Weissmuller, el Tarzán del cine. No sé si somos luchadores o no. Lo que sí sé es que el espíritu de trabajo es muy alto en Timisoara. Como en Getafe.
"Estamos disfrutando, pero no es un duelo entre el fútbol arte y el fútbol rácano"
P. El color azul de su equipo no es casual. Es el de los monos de los obreros.
R. ¡Ahí, ahí! Somos un club pequeño, humilde, que, si quiere llegar a lo más alto, tiene que trabajar muy duro. Cualquiera de los 24 de la plantilla, cada vez que sale al campo, se parte la espalda por los compañeros.
P. Tanta paliza se juntará con los coscorrones que se da con John Jensen. Aunque sean en broma, deben de picar bastante.
R. En el vestuario me llaman el loco de la colina, pero en el buen sentido, ¿eh? No lo cambio por nada. En el avión de vuelta de Múnich nos dábamos manotazos como un grupo de adolescentes de 15 años. Siempre estamos bromeando. Somos un grupito que podemos hacer esas cosas. Eso no pasa en los equipos grandes. En el Milan, en el Atlético, hay más seriedad, más presión.
P. El Valencia afronta la cita en crisis. Incluso duda si celebrar la Copa en caso de ganarla.
R. Vale, pero a un único partido se olvidan todos los problemas: la inestabilidad que tienen arriba, en el banquillo, la relación de los jugadores con Koeman... Todo eso se olvida en un partido como éste. ¡El Valencia es el Valencia! Aunque es verdad que estamos disfrutando muchísimo, no es un duelo entre el fútbol arte y el fútbol rácano. Si en el Getafe no hubiese jugadores ofensivos o si la filosofía de Laudrup no fuera atacar y atacar en vez de especular, no jugaríamos como lo hacemos.
P. Son el equipo español que más encuentros (52) ha disputado. ¿Hasta qué punto les puede beneficiar llegar con más ritmo competitivo que el Valencia, pero también más agotados?
R. Cada año es diferente. El pasado no es que tirásemos la Liga a la basura. Como el equipo ya estaba salvado y el único objetivo era ganar la Copa... Ahora todavía no estamos salvados. Ni clasificados para la Copa de la UEFA. Si queremos seguir dando guerra, hay que ganar la Copa. Es la única puerta a Europa. Y claro que estamos cansados, pero somos una familia que se arropa en los momentos duros.
P. Usted ha pasado una racha especialmente dura.
R. No pensaba que iba a disfrutar del fútbol en un año así. Empecé mal la temporada, con la rodilla machacada cuatro meses, y recaí dos veces de la lesión. Y luego, el palo en invierno, la muerte de mi padre, Vasile. Estoy un poquito aliviado porque, gracias al Getafe, no me he venido abajo. Y porque mi padre me da empujones, la fuerza necesaria, desde ahí arriba. Podría no estar a la altura con un palo así, pero ni él ni los compañeros me han dejado. Me está ayudando mucho.
P. Como cuando le dejó unirse a la revuelta contra el régimen de Ceacescu con 14 años.
R. Participé un poquito. Fue un levantamiento popular porque la Securitate, la policía secreta, quería arrestar a un líder de la Iglesia. Empezó como una llamita de fuego que se hizo muy grande. Me junté con otros 300.000 en la plaza más grande y, mire, cayó la dictadura y otra vez fuimos libres. Auque murió tanta gente, valió de algo. Fue espectacular.
P. Como alguno de sus goles. ¿Prefiere atacar o defender?
R. Las dos cosas... ¡Bueno, no! ¡Más atacar que defender! Aunque jamás olvidaré lo que aprendí, sobre todo en cuestiones tácticas, en el Milan con el eterno Maldini y Costacurta.
P. Eso fue después de su campaña con el Alavés en 2001.
R. Ese año me declararon el mejor lateral derecho del mundo por encima de Cafú, Thuram... ¡Pero... buff! Éramos una banda. Ni siquiera teníamos un traje oficial del club. El presidente quería hacerlo una semana antes de la final de la Copa de la UEFA contra el Liverpool y le dijimos que ya no lo queríamos... ¡Fuimos en vaqueros! El Getafe no tiene nada que ver, está más organizado. Eso no quita que seamos el equipo de los currantes.
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