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Columna
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La llamada de Priscila

Cuentan que en la primera legislatura de Manuel Chaves, allá por julio de 1990, se tuvo que recurrir a la Guardia Civil para localizar a un dirigente del PSOE a quien el presidente andaluz había decidido nombrar consejero de su Gobierno. El elegido, que no había pillado pista alguna sobre su inminente futuro, se había ido de vacaciones fuera de su provincia y cuando Chaves le llamó a su casa no le localizó, por lo que pidió a varios miembros de la ejecutiva local que le avisaran de inmediato para que se pusiera en contacto urgente con él. Tras varios intentos fallidos y múltiples llamadas, alguien se enteró de que se encontraba en un cámping donde sólo había un teléfono público, pero éste no paraba de comunicar. Ante la urgencia, ya que al día siguiente debía de tomar posesión del cargo, a uno de los dirigentes del PSOE no se le ocurrió otra cosa que enviar al lugar a una pareja de guardias civiles para localizarlo. Tan de sopetón le pilló al elegido que, además del susto inicial, tuvo que improvisar la indumentaria para tan señalado día. Por ello, el nuevo consejero salió a la mañana siguiente para Sevilla con un traje prestado de su hermano, que acababa de incorporarse de vacaciones procedente de su despacho profesional y no le había dado tiempo a cambiarse de ropa.

La anécdota refleja el hermetismo que ha mantenido y mantiene siempre Chaves a la hora de formar su gobierno, y que se está reproduciendo de nuevo en su sexto mandato al frente de la Junta. Afortunadamente los tiempos han cambiado y el teléfono móvil ha aliviado de trabajo a la Guardia Civil. También de algún que otro susto a los afortunados elegidos. Ahora cualquier aspirante a consejero se puede ir de vacaciones, siempre que no olvide la batería del móvil y esté atento para esquivar las zonas de poca cobertura. Cuando Chaves sea investido presidente habrá veinticuatro horas que serán eternas para algunos. "Priscila no me llama", será lo que muchos pensarán y no se atreverán a decir. Priscila se llama la jefa de la Oficina del Presidente y esas ocho letras y en ese orden en la pantalla del móvil sonarán como un alivio durante esa jornada.

El presidente andaluz suele esperar hasta el último momento para comunicar sus nombramientos. Le va tan bien con esa fórmula, que algunos saben que ahora se la ha prestado a Zapatero. Hace cuatro años la lista de ministros de ZP se aireó antes de tiempo y camino llevaba el recién investido presidente del Gobierno de que le ocurriera otra vez lo mismo. Lo primero que se contó fue que los ministros iban a tener fecha de caducidad, 2010. Lo segundo, que uno de sus hombres más cercanos, José Enrique Serrano, tendría cartera ministerial. El berrinche de Zapatero fue tan grande que abrazó la fórmula de Chaves, haciendo mutis por el foro hasta la hora del estreno, que fue el pasado sábado.

Al contrario que José María Aznar, no consta que Chaves tenga una libreta azul. Tampoco el presidente andaluz ha anunciado nunca su "método de trabajo", como hizo Zapatero cuando se le cuestionó por su Ejecutivo: "Pondré por delante los objetivos de esta legislatura y luego las personas". Chaves sólo dio algunas pistas de su fórmula hace cuatro años: "Lo decidiré únicamente yo, con mi almohada". El presidente andaluz no ha abierto el pico en esta ocasión. Tampoco su almohada. Por ello existen escasas certezas sobre su nuevo ejecutivo. Una está escrita: la composición del gobierno será paritaria por ley. La otra, no escrita, es que siempre hay al menos un consejero de cada una de las ocho provincias. Lo de Jaén va aparte. Gaspar Zarrías y José Antonio Griñán son de plantilla. Y a partir de ahí, todo son elucubraciones.

A no ser que alguien consiga que le cuente algo la famosa almohada, lo que le toca ahora es esperar, ansiosamente, la llamada de Priscila.

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