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La crisis llega a los profesionales

Arquitectos y empleados de registros y notarías sufren el parón inmobiliario

Ignacio Zafra

El fantasma de la crisis inmobiliaria no se ha quedado en los andamios. Desde sus sillones de cuero y sus mesas de dibujo, notarios, arquitectos y registradores de la propiedad también le han visto las orejas al lobo. "Ha habido una bajada muy brusca de los encargos. Del orden de la mitad. Y eso ha supuesto un trastorno tremebundo", afirma Francisco Taberner, presidente del colegio territorial de arquitectos de Valencia. Las transacciones inmobiliarias tardan unos 20 meses en registrarse, "y si ahora ya observamos un descenso, el año que viene puede ser brutal", dice Vicente Carbonell, decano de los registradores de la propiedad, que hace unos días alertó de que las inscripciones de compraventas inmobiliarias ha caído entre un 40% y un 50%. "No hay movimiento", añade un oficial de notaría, "el teléfono suena muy poco, y si ves la agenda de la semana que viene..."

"Los encargos en los despachos han bajado a la mitad"
"Lo que más dinero da a una notaría es la compraventa con hipoteca"
"Muchos jóvenes arquitectos no van a firmar proyectos en su vida"

Un mundo separa a los profesionales relacionados con la construcción de los albañiles que en los últimos meses se han convertido forzosamente en asiduos a las oficinas del Inem. Pero el paro también ha empezado a rondar a los primeros. No al titular del estudio de arquitectura, pero sí a sus colaboradores. No al notario ni al registrador, pero sí a sus empleados.

"Es difícil de cuantificar. Pero la impresión general es que la gente joven se está yendo a la calle", admite Taberner, "y se van sin ningún tipo de seguro o de paro, porque en la arquitectura lo que hay es mucho subempleo. La mayoría de jóvenes trabaja por un sueldo de mileurista".

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Cuenta Carbonell que para los registradores el año 2006 fue mejor que 2007, pero que en 2008 la cosa ha empezado de verdad a ir para abajo. "Hay volumen para mantener las oficinas con dignidad. Pero no hay trabajo para mantener ocupado durante siete horas a todo el personal. Las oficinas pueden aguantar cierto tiempo, pero cuando pasan los meses y no se ve que el horizonte vaya a despejar, tienen que tomar medidas. En unos casos no se renuevan los contratos temporales, en otros, se recorta plantilla. Se busca siempre hacerlo de la manera menos traumática".

Varios elementos juegan a favor de los registros y de las notarías. La gente, por ejemplo, se sigue muriendo. Hay herencias que repartir, siguen constituyéndose usufructos, y la actividad mercantil se mantiene. "Una notaría que hiciera 9.000 escrituras al año, este año hará unas 5.000 o 6.000. Pero los números en realidad serán peores, porque lo que más ha bajado es lo que más dinero deja: las compraventas con préstamos hipotecarios", afirma un oficial.

Fieles a la discreción que caracteriza el negocio, ni el colegio profesional valenciano ni el Consejo General del Notariado de España opinan sobre el efecto de la crisis inmobiliaria. Hay más de 3.000 notarios en todo el Estado y la repercusión es muy heterogénea, eso es todo lo que acepta decir un portavoz del segundo.

Más expresivo es un empleado de una notaría de La Marina Alta: "Es posible que en otras zonas lo hayan notado menos, pero aquí se ha vivido mucho de la segunda residencia. Y la segunda residencia se va a la mierda, pero a la mierda, a la mierda".

No evita el término crisis. Tampoco el calificativo de "terrorífico" para alguno de los indicadores que van publicándose. Pero Juan Castillo, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana, afirma que sería conveniente "ponderar" los datos: "Si se produce un crecimiento desproporcionado, que es lo que hemos vivido en los últimos años, lo normal es que la caída tenga unas dimensiones parecidas".

Castillo cree, y tiene la intención de plasmarlo en una gráfica, que la evolución del sector en la última década tuvo "un punto de inflexión, se volvió loco", hace unos cuatro años. Y que si observaran los números actuales obviando ese periodo intermedio, se comprobaría que se hallan dentro de la línea de normalidad. Taberner coincide: "Lo cierto es que estamos casi igual que en 2003. Pero entonces todos estábamos contentos y ahora nos parece un desastre, porque hemos bajado un 50%".

Otra cosa, prosigue Castillo, es si en esas condiciones de normalidad "hay trabajo para todos y en qué condiciones". El decano adelanta un dato: en el territorio trabajan, en números redondos, 5.000 arquitectos. Y casi la misma cantidad está estudiando en las tres escuelas de Arquitectura valencianas. "En unos años seremos 10.000, quizá 9.000 si contamos con las jubilaciones y con que haya algunos alumnos menos. En todo caso, tenemos que enfrentarnos a la realidad de que muchos arquitectos no van a firmar un proyecto en su vida". O bien, como ha ocurrido en otros países de Europa, "se profesionalizan", lo que significa que desplazarán progresivamente a los arquitectos técnicos (delineantes). O bien se abren a otros campos profesionales, como la rehabilitación, el paisajismo y el interiorismo, opina Castillo.

La esperanza de los tres dirigentes profesionales es que el sector recuperará el pulso a finales de 2009. Los tres coinciden también en que lo deseable sería que la actividad se retomara con unos volúmenes de construcción razonables y con unos precios que mantengan, en palabras de Castillo, "a la vivienda dentro de la realidad".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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