Un verano menos clásico

Dos buques insignia del verano musical catalán, los festivales de Peralada y Torroella de Montgrí, calientan motores con la mirada puesta en la captación de nuevos espectadores, pero siguiendo estrategias artísticas cada vez más opuestas. Mientras que el eclecticismo y la heterogeneidad reinan en la programación de la 22ª edición del festival de Peralada -20 propuestas del 17 de julio al 17 de agosto-, Torroella opta por permanecer fiel a sus esencias y ofrecerá en su 28ª edición 14 conciertos, del 18 de julio al 26 de agosto, con absoluto protagonismo de la música clásica.

Soplan vientos de cambio en Peralada, que ha rebajado el protagonismo de la ópera y la música clásica, antaño reinas de su programación, y casi ha barrido del mapa otra de sus señas de identidad, las producciones propias o las coproducciones, apostando por la contratación de artistas en gira y montajes ya rodados. "Si no está asegurada la distribución en otros escenarios, no tiene sentido asumir riesgos para montar o coproducir nuevos espectáculos", afirma Joan Maria Gual, director artístico del festival ampurdanés, que sólo coproducirá este año Serrat balla, montaje de la compañía Color Dansa sobre temas de Serrat.

Bebo y Chucho Valdés, Diana Krall, Rosario, Estrella Morente y Dulce Pontes, Martirio y Lila Downs, y el humor musical de Le Quatour comparten protagonismo en el cartel oficial de Peralada con el ballet -homenaje a Duke Ellington con la elegante firma de Roland Petit y Lucía Lacarra como solista, la Compañía Antonio Gades y el Ballet del Kremlin, con Igor Yebra- y el teatro musical, como las últimas propuestas de Salvador Távora (Flamenco para Traviata) y Jérôme Savary (Don Quijote contra el ángel azul). "Queremos mantener la calidad y ser el festival de todos y para todos", asegura Gual.

La ópera, sin embargo, cotiza a la baja en Peralada, con una única cita, un montaje de La bohème, de Puccini, de la Ópera de Oviedo, estrenado en 2000, con dirección escénica de Emilio Sagi y musical de Eiji Oue al frente de la OBC, quienes también acompañarán a Juan Diego Flórez en el único concierto lírico programado. Kurt Masur con la Nacional de Francia, el pianista Ivo Pogorelich con la Orquestra de Cadaqués y Neville Marriner, y Rafael Frühbeck de Burgos con la Dresdner Philharmonie completan la oferta clásica.

El festival de Torroella, dirigido desde su fundación por Josep Lloret, apuesta en cambio por la creación y este verano ofrecerá ocho producciones propias, sin dejar de asumir propuestas de riesgo que no suelen atraer al gran público, como la recuperación del patrimonio histórico -este verano rescatan del olvido al compositor catalán del siglo XVIII Domènec Terradellas- y el estreno de dos piezas sinfónicas de dos jóvenes compositores, Ramon Humet y Domènec González de la Rubia.

"Es dificil buscar el equilibrio entre los conciertos que aseguran el éxito de público en taquilla y las propuestas de carácter más minoritario, pero necesarias para afirmar la personalidad de un festival", asegura Josep Lloret. "Los estrenos y la recuperación del patrimonio forman parte de nuestras señas de identidad, pero no podemos perder de vista la necesidad de atraer al gran público, por eso hemos incrementado este año los conciertos al aire libre, a cargo de grandes orquestas y solistas de prestigio".

Entre los solistas cotizados destaca la presencia del violinista francés Renaud Capuçon y su hermano Gautier, violonchelista. Las sopranos María Bayo e Isabel Rey, el pianista Joaquín Achúcarro, las hermanas Katia y Marielle Labéque, la cantaora Carmen Linares junto al Grupo Enigma y la colaboración del grupo Concerto Köln y el conjunto Sarband explorando piezas de la tradición turca y obras clásicas de inspiración turca de Gluck y Mozart, figuran en una programación que incluye obras de gran formato, como la Missa solemnis, de Beethoven.