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Reportaje:Chequeo a la Ley de barrios

Cambio de aires en el corazón de Olot

La Ley de Barrios abre plazas y espacios públicos en el casco viejo

Tras años de abandono y decadencia, Olot ha vuelto la mirada a su núcleo histórico y ha descubierto un espacio digno de tener en cuenta y clave en el futuro de su tejido urbanístico y social. La entrada de la ciudad en la primera convocatoria de ayudas de la Ley de Barrios ha sido el motor para la recuperación del casco viejo. En la práctica, la aplicación del programa ha ido muy lenta y los vecinos comienzan a impacientarse, pese a reconocer la ilusión que les merece el proyecto.

"Tenemos muchas esperanzas puestas en el barrio antiguo, convertirlo en un lugar que invite a pasear y del que nos sintamos orgullosos", resume Cristina Jurado, propietaria de un establecimiento de la calle de los Sastres, en pleno casco viejo. A Cristina le gusta viajar y visitar el centro de las ciudades y no entiende que en la suya se haya estado tanto tiempo dando la espalda a las viejas piedras. "Si queremos turismo hay que recuperar el centro y dejar de ser una ciudad dormitorio", dice.

En la plaza de Campdenmàs se han ganado mil metros cuadrados
"Aquí nunca entraba el Sol, todo era humedad y falta de ventilación"

En la capital de la Garrotxa la gestación de la Ley de Barrios comenzó en 2005 y acabará este año, pero los cambios empezarán a notarse ahora, cuando el Consistorio lleva ya gastado el 75% del presupuesto, cifrado en 7,2 millones de euros y financiado al 50% entre la Generalitat y el Ayuntamiento. Casi la mitad de la inversión se ha destinado a la adquisición de edificios, expropiaciones, realojamientos y derribos porque el plan de mejoras se ha basado en "esponjar" la ciudad, darle un nuevo aire.

La estrategia ha sido ganar espacios libres públicos en el intrincado laberinto de calles y plazas del núcleo histórico. Abrir la ciudad ha significado echar abajo edificios enteros y el Ayuntamiento se ha visto inmerso en un largo proceso de negociaciones con vecinos y propietarios a fin de adquirir estos inmuebles. "Estos años hemos hecho un trabajo de hormiga, de puertas para adentro, poco vistoso, pero necesario para el tipo de ciudad que queremos", justifica Joan Albesa, concejal de Urbanismo. Las obras afectan a dos áreas del corazón de la ciudad: la llamada vila vella y el ensanche de l'Alou, un barrio en forma de cuadrícula construido después de los terremotos que destruyeron la localidad a principios del siglo XV.

Se trata de una zona muy degradada donde se apiñan casas viejas en mal estado de conservación, desocupadas o que no reúnen las mínimas condiciones de habitabilidad. La mayoría de vecinos de estos barrios son ancianos que han vivido allí toda la vida y se han quedado aislados por falta de movilidad y equipamientos. Olot cuenta con 33.342 habitantes, después de las oleadas de inmigración procedentes de Marruecos, Gambia, India y China. Y como ha ocurrido en otros municipios, los recién llegados se han ido instalando en el casco antiguo, donde ocupan pisos económicos y precarios.

El proyecto estrella de la Ley de Barrios es la reforma de la plaza de Campdenmàs, donde se ha derribado toda una isla de casas para ganar un espacio de 1.080 metros cuadrados. La plaza, que será la más grande después de la plaza Major, estará a punto después del verano, pero los cambios ya empiezan a notarse.

"Aquí nunca entraba el Sol, todo era humedad y falta de ventilación. Ahora se respira otro aire", comenta una vecina del barrio antiguo. El proyecto incluía inicialmente la construcción de un equipamiento municipal, pero, tras los derribos, el Consistorio ha dado marcha atrás y dará prioridad a la nueva plaza como mero espacio libre. "Yo prefiero que se quede así, vacía y amplia, que ya llevamos demasiado tiempo con oscuridad y estrecheces", opina Vicenç Carrera, peluquero de la calle de los Esgleiers, donde también está en marcha la construcción de otra plaza, más pequeña. Otras actuaciones previstas son la prolongación del paseo de la muralla.

El proyecto integral de mejora del centro de Olot incluye políticas sociales para integrar a los nuevos vecinos y un ambicioso plan para dinamizar el comercio tradicional del barrio. "Hay que conseguir que la gente vuelva al centro y que descubran sus ventajas", propone Joan Albesa. Durante años, los olotenses han desertado del centro y han optado por el modelo de casa con jardín en las afueras.

"El gran logro de la Ley de Barrios será un cambio en la percepción del casco antiguo, estigmatizado como un gueto", dice el concejal. Por ahora, el sector inmobiliario también ha puesto los ojos en el barrio viejo y se han tramitado 250 licencias para rehabilitar viviendas. Los comerciantes también confían en la recuperación del núcleo antiguo. "Por suerte, hemos ido aguantando y hay mucho comercio tradicional que ahora se verá beneficiado", apunta la propietaria de una céntrica panadería.

Otros, como el propietario de la agencia inmobiliaria Fincolot, no lo ven tan claro y creen que las actuaciones llegan "demasiado tarde y son de cara a la galería". En lo que sí están de acuerdo la mayoría de vecinos y entidades es en que el barrio viejo puede ser un polo de atracción para los estudiantes de la nueva Escuela de Artes que se construirá en los terrenos de la antigua fábrica de Can Sacrest: gente joven que apueste por vivir, estudiar y trabajar en Olot, atraídos por una oferta inmobiliaria adecuada y por la mejora de las comunicaciones con Figueres y Girona de la autovía A-26 o hacia Barcelona a través del eje Vic-Olot.

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