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Reportaje:Discos

La furia de Diamanda Galas

Artista truculenta y belicosa, la cantante del lado sombrío está actuando por España a solas con su piano

Diego A. Manrique

Tomen nota: fuera del escenario, Diamanda Galas no echa fuego. Además, hace esfuerzos para comunicarse. Insiste en hablar español, con un vocabulario cargado de mexicanismos. Ella nació en San Diego (1955) y tiene fuerte curiosidad por el país del sur: "Creo que la actitud mexicana ante la muerte es muy saludable. Ahorita me interesan mucho los corridos y las rancheras; por ejemplo, no se reconoce su influencia sobre la música country estadounidense".

Diamanda se benefició en su adolescencia californiana de la curiosidad intelectual de su padre, un profesor de origen griego que tocaba varios instrumentos. "Es un hombre muy culto. A su lado, descubrí a Stelios Kazantzidhis y demás grandes vocalistas. Pero también estaba marcado por las costumbres de su país. Su hija podía tocar el piano; fue muy celebrado que yo actuara con la Sinfónica de San Diego. Pero si cantaba, ya era una puta. Son esas perversiones que nos trajo el cristianismo: en las culturas anteriores, había cortesanas de gran educación, muy respetadas. ¡Era una vocación!".

De joven, Diamanda ejerció la prostitución. Dice que fue una especie de apuesta y lo que conoció no le gustó, aunque "es un oficio que debería ser legalizado. Era humillante cuando alguien no quería pagar, te agredía y se marchaba. Entonces me sentía violada y eso no lo tolero. El sistema me impedía denunciar y yo creo que la violación debería ser castigada con castración". Se ríe. "Aunque la hipocresía respecto a la prostitución nos proporciona mucha diversión. ¡Esos políticos que predican en contra y luego son clientes habituales! Hablo de un país que estuvo paralizado durante un par de años a cuenta de una felación en la Casa Blanca, así que no tiene gracia".

Diamanda acaba de sacar un nuevo trabajo, Guilty, guilty, guilty (Mute), aunque ya tiene otro preparado, You're my thrill. Visto el caos que vive su distribuidora, EMI, tal vez cueste localizarlos. "Son mi obra y me basta con grabarlos. No me hago ilusiones de vender discos, es la maldición de la música creativa". Sigue una parrafada contra Yoko Ono, que asegura haber inspirado a Diamanda: "Produce vergüenza ver a una oportunista intentando convertirse en la gran matriarca de toda la vanguardia vocal. Me han marcado más Camarón o La Lupe, cantantes que expresaban sentimientos viscerales aunque trabajaran en formas ancestrales. Cantaban como animales heridos, y eso es admirable".

Se me ocurre una provocación para Diamanda. Ella grabó (The sporting life, 1994) con John Paul Jones, el bajista de Led Zeppelin. Ahora que parece que no habrá gira del cuarteto británico, por la negativa de Robert Plant. ¿Se imagina cantando al frente de los otros tres músicos? "Hmmmm, sería más interesante que lo que hicieron cuando se reunieron en Londres. El punto flaco de Led Zeppelin era precisamente el cantante. Robert me parece un pendejo, detesto a esos hombres que cantan como si tuvieran una erección permanente, me resulta infantil. Pero no, no me veo. Finalmente, el rock duro me cansa y no creo que pudiera hacerlo más de media hora".

Diamanda Galas actúa el 19 de abril en Murcia (Auditorio Víctor Villegas).

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