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Una mente privilegiada al baño María

Alan Greenspan, que creyó que iba a dedicarse a la música y que, con 18 años, llegó a tocar el clarinete y el saxo al lado del legendario Stan Getz, lleva la mitad de su vida —acaba de cumplir 82 años— elaborando sus mejores reflexiones en la bañera. A las seis de la mañana, y durante una hora y media, el baño de agua muy caliente ha sido el marco en el que el ex presidente de la Reserva Federal ha producido sus pensamientos más profundos o más polémicos, como la "exuberancia irracional de los mercados" que descalabró el Dow Jones en diciembre de 1996. "Ahí sigo haciendo mis mejores reflexiones", dice Greenspan. "Es un momento muy productivo de mi jornada".

La costumbre empezó en 1971, cuenta el propio Greenspan, cuando se dislocó la espalda. "Como parte de mi proceso de rehabilitación, mi ortopeda me recomendó un baño caliente todas las mañanas. Descubrí que me gustaba. Era un entorno ideal para el trabajo. Podía leer, podía escribir y gozaba de una perfecta intimidad". Y así siguió tras haberse curado.

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En las casi 600 páginas de La era de las turbulencias (Ediciones B), Greenspan intenta "entender la naturaleza de este nuevo mundo" de la economía global: "cómo hemos llegado aquí, qué estamos viviendo y qué nos espera en el horizonte, para bien o para mal". Y revela uno de los secretos de su éxito profesional: la pasión por los datos, cultivada cuando era muy pequeño por su padre, agente de Bolsa, y desarrollada a los nueve años: "Mi cabeza, que había estado básicamente vacía, se llenó de estadísticas de béisbol. Aprendí fracciones con los porcentajes de los bateadores". Obsesionado por las matemáticas, se zambulló en la estadística tras acabar sus estudios de Economía. Ningún sector se escapó a su curiosidad. "En vez de leer Lo que el viento se llevó disfrutaba sumergiéndome en Los depósitos de mineral de cobre en Chile". El cobre y el acero, pero también el censo de 1890 y las tendencias en los precios del algodón de fibra corta en los años posteriores a la Guerra Civil. Especializado en la construcción de grandes modelos econométricos sobre bases de datos, Greenspan adquirió la capacidad de predicción de comportamientos de la economía y el consumo que le permitió proyectar futuros cambios de ciclo y destacar en los círculos económicos de Nueva York y Washington.

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