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Reportaje:FIN DE SEMANA

Murcia, prodigio interior

De la renacentista y barroca Mula a Cehegín y Caravaca de la Cruz

Vicente Molina Foix

El Mediterráneo español tiene un problema de visibilidad. Sus playas son tan espléndidas y sus poblaciones costeras están tan concurridas que el viajero olvida a menudo lo obvio: todo exterior tiene un interior. También en la Región de Murcia, como sucede, sin ir muy lejos, en las provincias de Alicante y Castellón, la arena caliente y el chiringuito pueden tapar el bosque de unos paisajes interiores de gran belleza y, a veces, enorme interés artístico. Algunos connnoisseurs conocen, naturalmente, la preciosa ciudad de Lorca (con sus extraordinarios desfiles historicistas de Semana Santa) o la ruta de los clásicos balnearios de la zona noreste, donde destacan poderosamente Archena y Fortuna; pero he tenido recientemente ocasión de visitar, en la parte murciana noroeste, otros lugares y pueblos muy hermosos, centrados en las vegas del Segura y sus afluentes, los ríos Mula y Argós.

Los muleños miran al cerro y ven un castillo que domina con mucho brío el casco antiguo. Un viaje en el que sorprenden la fina tradición de los alarifes, los mármoles jaspeados o el arroz de Calasparra.

Mula puede llamar la atención por su insólito nombre, si se asocia a la simpática figura de la hembra del mulo. Luego resulta que, a pesar de que el escudo del municipio lleva en el centro de su campo la figura de un solípedo en movimiento rodeado de torreones, es muy improbable que se trate de un epónimo de derivación zoológica; se especula con un origen onomástico romano, cristiano (relacionado con el nombre del conde Teodomiro) o musulmán, siendo en este último caso su vínculo el de la palabra mullah o clérigo. De lo que no cabe duda es de la impresión que produce la estampa del pueblo cuando uno se acerca a él por carretera; asentado en la falda de la sierra de Ricote, la mole del castillo de los Vélez domina de manera dramática el conjunto urbano, que posee un casco antiguo lleno de encanto y edificaciones de gran solera.

El castillo se alza sobre una antigua fortaleza romana, que posteriormente alteraron y ampliaron considerablemente los invasores musulmanes; de esta fortificación se conservan aún el lienzo de una muralla, los restos de una torre y varios aljibes. Pero la airosa silueta que hoy vemos se debe, tras haber sido reconquistado el pueblo en el año 1244 por el entonces infante don Alfonso (futuro rey Alfonso X), a la reconversión en castillo cristiano, y en especial a las obras llevadas a cabo por la poderosa familia de los Fajardo, señores de Mula por privilegio del rey Juan II desde mediados del siglo XV. Adornados sus muros con diversos escudos gentilicios, el castillo (para el que hay planes de plena rehabilitación) parece estar vigilando las calles que arrancan al pie de sus bastiones, y la imagen no es caprichosa: a lo largo de los siglos XVI y XVII, Mula vivió en un forcejeo constante entre los Fajardo y la pequeña oligarquía local, a la que los señores del castillo trataban de mantener a raya desde su estratégica altura.

La sombra de las almenas

El paseo por la Mula renacentista y barroca se puede iniciar, aún bajo la sombra de las almenas, desde el imponente monasterio de la Encarnación (habitado ya a fines del XVII por las descalzas reales), en una bajada que tiene numerosos puntos de interés: la iglesia de Santo Domingo, la plaza del Ayuntamiento, con el edificio del Casino, modernista en alguno de sus bonitos acabados, y casonas de recia construcción realzada por detalles ornamentales muy refinados. Entre éstas, Mula cuenta con una especialmente hermosa y muy bien rescatada, el palacete de los Blaya, una rica familia campesina que quiso mostrar con este noble edificio levantado en la céntrica calle de San Francisco su opulencia. Y también su buen gusto.

Obra de los buenos alarifes locales, aunque de gusto italianizante, el palacete de tres plantas es conocido como la Casa Pintada, en razón del bellísimo trabajo de esgrafiado de su planta noble, ejecutado sobre un plan iconográfico de motivos agrícolas, cinegéticos y heráldicos que ocupan los aleros del edificio y las enmarcaduras de los balcones situados sobre la espléndida portada en mármol rojo de las canteras de Cehegín.

Desde hace tres años, la Casa Pintada de Mula alberga una de las sedes de la Fundación Cristóbal Gabarrón, creada por este notable escultor y pintor nacido en el pueblo en 1945 aunque recriado en Valladolid. En la sede muleña, que actúa como verdadero pulmón cultural de la población, está rotativamente colgada una selección de la obra del propio Gabarrón, así como parte de su colección privada y otros trabajos de artistas jóvenes becados por la fundación. Destacan en el conjunto de las salas y demás dependencias las bodegas del palacete original, donde se han mantenido las antiguas tinajas en un espacio que sirve también de sala de exposición temporal.

Cerca de la Fundación Gabarrón se halla -instalado en otra bella casona solariega, el palacio de los marqueses de Menahermosa- el Museo de Arte Ibérico, con una interesante colección arqueológica, en su mejor parte proveniente del poblado ibérico de El Cigarralejo, sito a tres kilómetros de Mula. También hay que señalar que Mula es otra de las poblaciones murcianas con una intensa celebración de la Semana Santa, en su caso llamativa por la Noche de los Tambores, una tamborrada que se inicia a las doce de la noche del Martes Santo y prosigue ininterrumpidamente por todo el pueblo hasta las cuatro de la tarde del miércoles.

Mi viaje por esta ruta del noroeste murciano, donde figuran pueblos tan atractivos como Moratalla y Calasparra (famoso por su arroz), lindantes ya con la provincia de Albacete, tuvo dos paradas más detenidas en Cehegín y Caravaca, la Carca púnica citada por Ptolomeo, hoy más conocida como Caravaca de la Cruz desde que, según la leyenda, apareció milagrosamente en la ciudad, aún bajo dominio árabe, un lignum crucis o fragmento de la verdadera cruz donde murió Jesucristo. Desde el siglo XVII en que se edificó (para custodiar en un suntuoso relicario de pedrería este leño sagrado), el santuario de la Vera Cruz es un importante punto de peregrinación, y aunque el edificio cuenta con una vistosa fachada barroca enriquecida por los mármoles jaspeados de la zona, el monumento de mayor fuste de Caravaca es, a mi juicio, la iglesia parroquial de El Salvador, en la parte baja del pueblo, un impresionante templo renacentista cuyas tres esbeltas naves están rematadas por ingeniosísimas bóvedas de crucería. El recorrido turístico de Caravaca tiene, por cierto, una elegante señalización obra del artista Alberto Corazón.

Menos grandioso, pero con el hechizo de los pequeños pueblos que han mantenido sin destrozos urbanísticos su núcleo medieval, Cehegín propone un grato recorrido por el dédalo de sus estrechas y curvas calles, así como, al llegar a la céntrica plaza Mayor, una amplia vista campestre desde el mirador allí situado. Declarado conjunto histórico-artístico en 1982, el casco antiguo de Cehegín es además rico en nobles casas blasonadas, conventos, edificios públicos dieciochescos (como la Casa de las Columnas o el Hospital de la Real Piedad) y templos religiosos, entre los que señalo la pequeña, sencilla y muy conmovedora sinagoga del siglo XV. Dominando uno de los laterales de la citada plaza Mayor o del castillo está abierto un Museo Arqueológico no especialmente distinguido por sus contenidos, pero de recomendable visita por los interiores en los que se exponen, salones y estancias muy señoriales de la antigua Casa del Concejo y el palacio de los Fajardo.

VICENTE MOLINA FOIX es Premio Nacional de Narrativa 2007 por El abrecartas (Anagrama)

GUÍA PRÁCTICA

Visitas- Fundación Cristóbal Gabarrón Museo Casa Pintada (968 66 27 62; www.fundacioncasapintada.com). San Francisco, 14. Mula. De jueves a sábado, de 10.30 a 14.00 y de 17.00 a 19.00; domingo, de 11.00 a 14.00. Entrada gratuita.- Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo (www.museocigarralejo.com; 968 66 14 22). Del Marqués, 1. Mula. De lunes a viernes, de 9.00 a 14.00; sábados, de 9.30 a 14.00, y domingos, de 10.30 a 13.30. Entrada gratuita.Información- Turismo de la Región de Murcia (www.murciaturistica.es).- Oficinas de turismo de Calasparra (968 74 53 25; www.calasparra.org), Caravaca de la Cruz (968 70 24 24; www.caravaca.org), Cehegín (968 72 35 50; www.cehegin.com) y Mula(968 66 15 01; www.aytomula.es).

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