"Fallé demasiado"
Federer pierde ante Andy Roddick y firma su peor inicio de curso desde 2000
Hay derrotas que son como un despertador. Que Roger Federer perdiera el jueves en cuartos de final del torneo masters de Miami contra Andy Roddick (7-6 (4), 4-6 y 6-3) es lo más parecido a un grito de aviso en su carrera: el suizo había ganado los últimos 11 partidos contra el estadounidense. No empezada tan pobremente un curso desde el año 2000. Y, aunque su número uno aún no corre peligro, ya es innegable que el tenis mundial ha dejado de ser cosa de dos: Rafael Nadal está firmando el inicio de año con más victorias de su carrera como jugador de élite (20); Novak Djokovic ha ganado el primer Grand Slam de su carrera; y Roddick, el chico que eligió a su futura esposa en un catálogo de bañadores de la revista Sports Illustrated, se ha propuesto como cuarta opción tras derrotar a los tres mejores tenistas del mundo entre febrero y abril. Lo nunca visto.
Mientras Rafael Nadal se fajaba con el checo Tomas Berdych, Federer se encontraba ayer reflexionando sobre su trayectoria en 2008. El suizo se ha visto obligado a recurrir a la opinión del gurú físico que transformó su carrera: Pier Paganini. Tras su misteriosa mononucleosis, dijo, le preocupa "la falta de coordinación". No es la primera vez que el número uno acude a Paganini en un momento de crisis. El calvo preparador físico, hermético ante la prensa, diagnosticó su gran problema cuando el suizo parecía destinado a cumplir el papel de promesa nunca cumplida. "Necesita preparar más el fondo físico. Hacerlo de forma variada, porque si no se aburre. Y ser consciente de que es un artista obligado a estar en una buena condición física porque su gran variedad de golpes utiliza todos sus músculos".
Federer era entonces, en palabras de Peter Lundgren, su técnico de la época, "lo contrario a un workaholic [obseso del trabajo]". Paganini le ofreció un plan de trabajo a tres años vista. Distribuyó los entrenamientos, al contrario que el resto de tenistas, durante toda la temporada. Y, mientras medía el tiempo del suizo en series de carrera de 3.300 metros, le acostumbró a coger la raqueta tras extenuantes minutos de carrera sobre la pista. "Es en ese momento cuando salen los defectos técnicos, los vicios", convino su entorno. Hoy Paganini no sospecha de la curvatura unida al torso del mejor jugador del mundo desde hace meses. Y su relación es tan estrecha que a nadie puede extrañarle que fuera el primero al que el suizo, hoy sin entrenador, pidiera opinión ante su bajón.
"Me dijo", confesó Federer; "que pensaba que estaba al 95% de mi forma física. Pensé que eso era lo suficientemente bueno para mí. Pasar del 95% al 100% difícilmente hace la diferencia. No es como si estuviera al 40%. Me dio una buena respuesta. He estado entrenándome fuerte para volver a ponerme en forma. Es sólo cuestión de conseguir una buena cantidad de partidos", añadió. "Desearía estar en la final, pero no pude jugar lo suficientemente bien cuando debía. Fallé demasiado".
Federer falla. Todavía es favorito para cualquier título. Y, aún así, un dato levanta sospechas: ha perdido cuatro partidos en 2008, por los nueve en 2007 y los cinco de 2006. Así no hay quien apague el despertador.
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