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Análisis:EXTRAVÍOS | ARTE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Bonito

"Todas las cosas bonitas son casi exactamente iguales", afirma Eric G. Wilson en su ensayo Contra la felicidad. En defensa de la melancolía (Taurus), "mientras que todas las cosas bellas son distintas". Aunque el origen de los términos castellanos "bello" y "bonito" remitan prácticamente a lo mismo, puede haber en el segundo, según y cómo, un cierto matiz peyorativo, de naturaleza irónica. El uso que le da E. G. Wilson en su escrito es, no obstante, manifiestamente acerbo, fruto de su particular desesperación frente al modelo social hoy imperante que exige ser feliz, estar contento y dejarse llevar a cualquier precio, una de cuyas manifestaciones es el culto superficial de las apariencias y lo que se ha dado en llamar actualmente la "estetización del mundo" en detrimento del verdadero arte. Aunque la vitriólica requisitoria de Wilson contra el sucedáneo que ahora denominamos felicidad y su apasionada reivindicación de su antídoto melancólico no carezcan de precedentes, a 74 años de la publicación de la célebre novela de Aldous Huxley (1894-1963) Brave New World (1932), traducida al castellano con el título Un mundo feliz, donde se conjeturaba acerca de una domesticada y desindividualizada humanidad futura, nos encontramos con la realización plena de muchas de las siniestras predicciones anunciadas en dicho relato de ficción científica.

Considerada en tiempos remotos como la peor enfermedad, la melancolía, término de raíz griega que significa literalmente "bilis negra", cambió parcialmente su interpretación a partir del renacimiento, cuando, a pesar de sus efectos deprimentes, se asoció con la naturaleza genial de los grandes creadores, intelectuales, científicos, artistas y de cuantos espíritus rebeldes e innovadores hubiere en cualquier campo de actividad. Casi todos ellos coincidían no sólo en haber llevado a cabo sus respectivas mejores obras tras momentos de honda tristeza, sino, asimismo, por su comportamiento atrabiliario, término éste de origen latino y que no significa precisamente otra cosa que la conducta propia del poseído por la bilis negra o melancólico. E. G. Wilson, desde luego, se explaya al mostrarnos una amplísima y significativa casuística histórica al respecto como la contrafaz de la boba beatitud conformista característica de la mayoría de los ciudadanos occidentales actuales, cuya inocuidad les hace acreedores, aun viviendo en acreditadas democracias, de ser tildados como "esclavos felices". Aunque comparto con Wilson muchos de sus alacres dicterios contra la corrección sonriente que nos envuelve hoy por doquier, quiero aquí destacar su descalificación del triunfo de lo bonito no sólo por ser, en efecto, la degeneración homogeneizadora de la terrible belleza, que existe cada vez por plantear una disturbante diferencia, sino porque indica un radical apartamiento de la áspera realidad mortal, la única fuente nutricia del arte. Que, a pesar de los pesares, los seguidores de éste sean en el presente una creciente legión, no se puede explicar sino por eso mismo que Flaubert decía de los críticos: que, como las pulgas, se sienten atraídos por la ropa blanca. -

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