_
_
_
_

El destape de la cloaca de A Coruña

El desalojo de Penamoa para construir una ronda pone al descubierto la miseria del poblado

La inmundicia y el olvido llevan más de 23 años creciendo en paralelo en Penamoa, la cloaca de A Coruña en la que malvive medio millar de personas bajo la indiferencia absoluta y endémica de todas las instancias, sea política, judicial, policial, informativa o ciudadana.

La inmundicia y el olvido llevan 23 años creciendo en la barriada coruñesa

La construcción de una circunvalación comarcal, la Tercera Ronda, destapó la ignominia de la que todos sabían y saltaron las alarmas, aunque no tanto por el vergonzante aspecto de inmenso vertedero que tiene el infrahumano poblado chabolista, el más grande de Galicia, como por miedo al peligro que entraña la dispersión del también mayor punto de venta y consumo de drogas de toda la cornisa cantábrica, como lleva años denunciando Médicos del Mundo.

Es una de las escasas organizaciones que se preocupa de enviar personal todos los días a Penamoa para dar un mínimo de asistencia, como jeringuillas desechables al medio centenar de toxicómanos que han optado por instalarse allí donde tienen fácil alcance a sus dosis diarias. Son los "blanquitos", como los llaman las familias de etnia gitana de un poblado lleno de contrastes, de realidades y vidas muy diversas aunque bajo el mismo denominador, la exclusión social más aterradora.

Penamoa es un gueto con "buenos y malos" en el que la droga también hizo estragos entre los gitanos, incluso entre los que aún viven de la chatarra o de la venta ambulante. Todo comenzó en octubre de 1984, con una operación "totalmente anticonstitucional", en palabras de la ex responsable provincial de Servicios Sociales Carmen Pérez, cuando el ayuntamiento trasladó por la fuerza y "en camiones" a las familias gitanas de A Gaiteira para construir, en el terreno que ocupaban, el primer gran centro comercial de la ciudad, el de Cuatro Caminos.

En un descampado de difícil acceso, a un par de kilómetros del centro de A Coruña, sin servicios básicos de agua, luz, ni asfalto, fueron aparcadas y dejadas a su suerte familias de coruñeses nacidas en el mismo barrio que el ex alcalde Francisco Vázquez. Iba ser una solución temporal, dos años como máximo. Dos décadas después, ahí sigue Penamoa, donde a la par que la marginalidad siguieron creciendo las familias, la basura, las ratas "del tamaño de un conejo", la venta y el consumo de drogas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Están censadas, en medio de la inmundicia, 99 chabolas con una media de cinco habitantes cada una. Registros policiales cifran en 1.300 las visitas periódicas de consumidores para adquirir heroína (el 42% de la clientela) o cocaína (el 30%). Vienen de toda la comarca para surtirse. A principio de esta década, dieron la vuelta a España fotos de colas de consumidores esperando a las puertas de chabolas del poblado para, como en un supermercado, comprar una dosis. Y no se trata sólo de excluidos sociales, sino también "encorbatados con Porsche o cochazos", destacan los habitantes.

Patrullas de la Policía Nacional hacen rondas diarias aunque se limitan a tomar datos a los que compran. Hay tolerancia mutua, "no se meten con ellos, y ellos no se meten con la policía", cuenta un anciano gitano mientras clama contra la lacra de la droga que le llevó tres de sus once hijos. Las escasas redadas policiales en el asentamiento acaban siempre en batallas campales con heridos. Y si el desarrollo dio origen en los años 80 al gueto de Penamoa, la necesidad de suelo para infraestructuras dictaminó su desaparición.

Entrarán esta semana las palas de las obras de la Tercera Ronda, que atravesará el poblado, y comienza la cuenta atrás para sus habitantes, llamados a marcharse "de inmediato" o trasladarse a un poblado de transición para seguir un programa de readaptación, antes de poder optar a un realojo en una vivienda de la ciudad. Y es que ser de Penamoa, da igual que sea un niño o un adulto, es ser considerado un paria. Pero, de momento, sólo 15 familias están dispuestas a adherirse a ese plan para recobrar su carta de ciudadano de A Coruña. Otras se irán. Y otros anuncian guerra. El mayor poblado chabolista de Galicia promete estar semanas en el centro de la actualidad.

Más protestas vecinales

Sigue en pie de guerra preventiva Novo Mesoiro, un barrio periférico de A Coruña de nuevas urbanizaciones, muchas sociales, que se ha echado a la calle contra el hipotético reaolojo en su vecindario, siempre negado por el ayuntamiento, de chabolistas de Penamoa. Para el viernes está convocada una nueva manifestación en el centro de la ciudad, la tercera que protagonizan, y hay llamamientos, aunque desautorizados por la Asociación de Vecinos, a cortar esta tarde el tráfico de Alfonso Molina, la principal arteria de entrada a A Coruña. Unas 2.000 familias viven en Novo Mesoiro, un barrio que carece de servicios públicos como centro de salud, guardería o colegio. Y no hay quien les apee del convencimiento de que ayuntamiento y Xunta preparan un "realojo encubierto".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_