¿Justicia?
Nadie puede meterse en el corazón y en el cerebro de ese hombre presumiblemente roto, ya que no podemos palpar el vértigo, el sufrimiento y la angustia de alguien cuya niña ha sido secuestrada y comprueba dos meses más tarde que la han asesinado. Pero alucina la serenidad y el raciocinio que ha mostrado en público este desolado pastor evangelista. También te provoca una sensación rara su declaración al conocer el espantoso desenlace: "Lo que yo he pasado durante estos 54 días no se lo deseo ni al hombre que ha matado a mi hija". Lo lógico sería expresar el deseo de venganza o el natural enloquecimiento de una persona a la que la barbarie le ha destrozado su presente y su futuro, pero este ejemplar señor se limita a pedir justicia.
¿ Y qué justicia le debe aplicar la Justicia, ese frecuente e irritante disparate, tan comprensiva ella con los gánsteres poderosos, tan salvajemente perezosa, tan kafkiana, al monstruo al que no puso a buen recaudo? Algunos exigen castración para los irredentos pederastas. Le preguntan a Iñaki Gabilondo. Y yo admiro su incertidumbre y su confusión al responder: "No tengo opinión clara, no sé cómo hay que tratar a los pederastas".
Creo saber cómo reaccionaría yo si esa patología criminal se hubiera cebado con mis entrañas, creo visceralmente en la tenebrosa ley del Talión, pero no me atrevería a ofrecerle soluciones drásticas a los que administran la ley.
Otros piden que, al igual que en Estados Unidos (modelo inquietante, donde el Estado utiliza con los reos la soga, la inyección y la electricidad), la gente tenga acceso a la identidad y al domicilio de los pederastas. Por si acaso, por si tu aparentemente dulce vecino esconde a un psicópata o a un pervertido. Digo yo que, puestos a saber dónde se encuentra el Mal, también hay que incluir al que pone morada a su mujer, al antiguo terrorista (incluidos los estatales), al torturador, al explotador. Y el difunto juez Lynch tendría un orgasmo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.