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Danza clásica, vírgenes suicidas y un 'punki' en un escaparate

Espectáculos gratuitos y mucha diversidad dentro de las salas

Si, como se dice, el teatro está siempre en crisis por falta de público o variedad, ayer no lo pareció. Sin dejarse un céntimo, miles de madrileños asistieron a espectáculos como estos:

» Las tripas del Lope de Vega. "Esto es el backstage, las tripas del teatro", anuncia la guía, Laura Guillén. Una frase y ya se ha ganado a su público, ocho personas que escrutan con ojos de neófito las entrañas del Lope de Vega, informa Elena G. Sevillano. Vacío, el teatro impone. La visita recorre la lavandería, la sastrería, la sala de maquillaje y los espacios donde se guarda el vestuario. María Magdalena y Jesucristo tienen camerino individual. Son las estrellas de la función que se representa ahora: la ópera rock Jesucristo Superstar. Ya en la calle, otra guía, Blanca, cuenta cómo nació la Gran Vía, el Broadway madrileño.

» Ensayo de la Compañía Nacional de Danza. Cinco de la tarde en el Teatro de la Zarzuela. Cerca de 30 bailarines profesionales, con Nacho Duato al frente, ensayan uno de sus espectáculos. El público está compuesto por jóvenes bailarinas y señoras con aspecto de haberlo sido. Duato rompe con el tópico de director iracundo y corrige con exquisitez los movimientos de sus pupilos. Comparado con los concursos televisivos, el ensayo es un lujo.

» El 'punki' en el escaparate. Siete de la tarde en el escaparate de FNAC Callao. Performance Gos-Com-Fuig, de Nico Baixas. Un tipo flaco, alto, rapado, hace estiramientos durante diez minutos encerrado en el expositor. Comentarios oídos entre el público: "Esa es una buena postura para que le den…" o "no entiendo nada". El actor se coloca un disfraz de conejo y un ayudante le envuelve en un póster con una joven anunciando ropa interior. Podría ser una crítica al consumo o bien cualquier otra cosa. La performance continúa con el actor de nuevo vestido de negro y diciendo que va a quemar media Barcelona, además de oficinas de bancos, grandes almacenes... Risas y aplausos.

» Las vírgenes suicidas. Nueve de la noche. El público hace cola para pasar, en grupos de ochenta, al Ateneo, cuya fachada está iluminada y donde actúan alumnos del Conservatorio Municipal de Danza. Cuatro bailarinas ataviadas en camisones blancos salen a cuatro balcones y bailan sobre las barandillas al son de un aria. Parecen desesperadas y lanzan flores al público. Recuerdan a las vírgenes suicidas. Ya en el interior, bajo los cuadros severos de los intelectuales del XIX y el XX, una joven baila sobre el sonido de una entrevista a André Breton.

» El público se queda fuera. Diez de la noche en la calle Alcalá. Una fila de gente que llega hasta el Ministerio de Educación espera para poder entrar al Círculo de Bellas Artes, donde a las once se presentan varios artistas en un cabaret-performance. A la entrada, dos porteros y las excusas que inventa el público sin invitación para poder entrar hacen parecer aquello una discoteca. Mucha gente se queda fuera y enfila hacia el Teatro Albéniz, donde a las once y media comienza el último espectáculo, una lectura dramatizada del Viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez.

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