Fallece Josep Benet, símbolo del catalanismo antifranquista
Fue el primer político que propuso la reconciliación nacional tras la Guerra Civil
Josep Benet i Morell, uno de los símbolos del catalanismo antifranquista, falleció ayer en un hospital de Sant Cugat del Vallès a los 87 años. Político, historiador y abogado, fue la única personalidad catalana que en 1977-78 se enfrentó a la operación del presidente Adolfo Suárez que colocó a Josep Tarradellas al frente de una Generalitat provisional que, en su opinión, carecía de poder real y sólo perseguía cerrar el paso a la mayoría de izquierdas surgida de las primeras elecciones democráticas.
Fue el gran rival de Tarradellas en 1977 y compitió con Pujol en 1980
Su choque con Tarradellas fue sonado. Significaba la contraposición entre el incansable activismo democrático y catalanista llevado a cabo desde lo que durante la dictadura se describía como "el interior" de Cataluña, que el propio Benet encarnaba, y aquellos a quienes criticaba por no haber sabido hacer poco más que maniobrar a la espera de la caída del franquismo, como a su juicio había sido el caso de Tarradellas en el exilio.
Nacido el 14 de abril de 1920 en Cervera (Segarra) en el seno de una familia profundamente católica por parte de madre y federalista por parte de padre, Benet se alineó siempre en las filas del catolicismo nacional catalán, que además fue uno de los campos de su actuación cívica. Lo mamó en la familia, lo aprendió en la niñez como miembro de la Escolanía de Montserrat y lo consolidó luego como afiliado a la Federació de Joves Cristians de Catalunya y con su temprana identificación con Unió Democràtica ya en los años de la Segunda República.
Bajo el refugio de la Iglesia y los monjes de Montserrat, pudo llevar a cabo sus primeras grandes actividades como resistente, tras la etapa universitaria, que le sirvió para trenzar un malla de relaciones de larga duración. Siempre se enorgulleció, como hace en sus Memòries, de inminente aparición, de haber sido el organizador en 1947 del primer acto en que se habló en público en catalán: las fiestas para la entronización de la Virgen de Montserrat, y también, en aquella misma ocasión, el primer político que preconizaba superar el inmenso trauma de la Guerra Civil, mediante la reconciliación entre los dos bandos que se habían enfrentado a muerte en España. Movilizado en 1938, formó parte de la quinta del biberón en los últimos meses de la guerra.
También desde el marco eclesial impulsó publicaciones catalanistas, de las que Serra d'Or fue la más destacada, y organizó campañas para exigir el nombramiento de obispos catalanes, como la lanzada contra Marcelo González Martín para la archidiócesis de Barcelona.
Su trayectoria como organizador de actividades antifranquistas terminó por aproximarle, sin embargo, a los partidos de izquierda, en particular a los comunistas del PSUC, que eran los más activos y organizados. Actuó como abogado en juicios contra políticos y sindicalistas perseguidos por la dictadura. Una de sus defendidos fue la esposa del secretario general del PSUC, Joan Comorera, de la que era sobrino.
Todo esto y su firme apuesta por la política de unidad catalanista y democrática, siempre como personalidad no adscrita a ningún partido, independiente, le convirtió entre 1971 y 1977, en la última fase de la lucha por las libertades, en una de las principales figuras de la Assemblea de Catalunya, que reunía a la práctica totalidad de los antifranquistas. En junio de 1977, cuando se celebraron por fin las primeras elecciones democráticas, Benet fue uno de los candidatos al Senado presentados conjuntamente por el PSC, el PSUC y Esquerra, y se convirtió en el senador más votado de toda España, con más de 1,3 millones de votos.
Tal apoyo le daba opción a presidir la Generalitat provisional con un Gobierno dirigido por un socialista como fuerza más votada. Estas expectativas fueron arruinadas por la operación Tarradellas, contra la que Benet luchó infructuosamente sin lograr el apoyo de los partidos de la izquierda.
El brusco cambio de parámetros que representó la actuación de los partidos en un marco democrático redujo el margen de actuación de Benet, que a pesar de haber sido simpatizante de Unió Democràtica durante gran parte de su vida, e incluso afiliado por pocos años, no quiso sumarse a ninguno. Como senador, fue miembro en 1978 de la Comisión de los 21, que elaboró el proyecto de Estatuto de Autonomía. Como político, tuvo la satisfacción de ver cómo la reconciliación nacional se convertía en realidad en medidas como el reconocimiento de los derechos de los mutilados de guerra republicanos, negadas por el franquismo.
Su última gran opción como político fue aspirar a la presidencia de la Generalitat en 1980, encabezando como independiente la candidatura del PSUC. Pero entonces se cruzaron en su camino la poderosa personalidad de Jordi Pujol, otra figura del catalanismo muy próximo a su catolicismo nacional catalán, con quien había colaborado y competido a la vez, y el auge del partido socialista. Quedó a 250.000 votos de su aspiración.
Retirado en 1985 de la primera fila política, Benet redobló su actividad como historiador no profesional, como él mismo se autodefinía, con la que no ha dejado de aportar argumentos para la causa del catalanismo.
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