Un octogenario asesina de una puñalada a su hijo en Vicálvaro
"¿Cómo puede haber matado a su hijo? Si tiene más de 80 años y está medio impedido...". Manoli no daba crédito. Ni ella ni las decenas de vecinos que se arremolinaban ayer a la puerta del número 322 de la avenida de Daroca, en Vicálvaro.
Ninguno se explicaba qué había pasado por la cabeza de Martín Campal Campal, de 81 años, para matar de una puñalada en la espalda a su hijo, Martín Campal Sainz, de 46. Cuando el Samur llegó a la casa que compartían el padre, el hijo y la madre, de 76 años, encontraron a la víctima en uno de los dormitorios, tendida sobre un charco de sangre. La puñalada, bastante profunda, le había alcanzado el corazón. La policía detuvo al anciano allí mismo.
El propio homicida facilitó la entrada a su casa a los agentes lanzando las llaves por la ventana, según relataron varios vecinos. Manoli estaba viendo la tele cuando oyó las sirenas, hacia las cuatro y media de la tarde, y la curiosidad la empujó a bajar. "Martín padre estaba asomado a la ventana. Le preguntamos qué le pasaba y contestó que había matado a su hijo. No le creímos, pero nos lo repitió varias veces". El hombre, bastante tranquilo según los testigos, contó a sus vecinos: "Ha querido matar a su madre y lo he matado yo".Fue una riña familiar la que desencadenó el parricidio. No era la primera vez que los padres discutían con su único hijo, que era conflictivo, según fuentes de la investigación, aunque no tenía antecedentes penales. Muchos vecinos, sin embargo, hablaban bien ayer del fallecido. José, que ha trabajado nueve años para la familia, aseguró que "el hijo lo era todo para ellos. Los cuidaba, los paseaba, hacía la compra... Hasta bañaba a su madre".
La familia es muy conocida en Vicálvaro. Durante muchos años regentó un restaurante de banquetes que ocupaba los bajos y la primera planta del edificio donde también tiene la vivienda, en la segunda planta. El bloque entero es de su propiedad, incluidas unas galerías comerciales, cerradas desde hace unos años. "Al padre le molestaba el ruido", aseguró José. El bar que tenían arrendado, al que acudían los estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos, también cerró el año pasado.
Martín padre, un hombre alto y corpulento, fue bombero de joven. Recientemente había tenido problemas de salud y, encorvado, se ayudaba de un bastón para caminar. Su hijo no tenía oficio conocido, según los vecinos, que contaron que se casó hace unos 10 años, pero que a los pocos meses se separó y volvió a casa de sus padres. La madre se cayó y se rompió la cadera hace un mes. Hacía sólo unos días que había vuelto del hospital. Los psicólogos del Samur tuvieron que atenderla ayer por una crisis de ansiedad.
La familia solía comer y cenar en el cercano restaurante Calablanc. Herminio, camarero, recordó ayer que el hijo siempre les acompañaba: "Y les cortaba la comida si ellos no podían".
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