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Columna
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Apóstatas en Rivas

Al igual que en las empresas de telefonía y otras, no es fácil darse de baja en la Iglesia católica. En teoría no hay inconveniente. A la hora de la verdad, obstáculos y burocracia que acaban aburriendo al santo Job, quien no era católico, aunque parezca mentira. El Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid ha puesto en funcionamiento un servicio gratuito de asesoría jurídica para gente que desee abjurar del catolicismo. Sería deseable que las prestaciones incluyeran a los apóstatas de cualquier otra religión, bastantes por aquí y por Alá. 117 vecinos del municipio y más de mil de toda España han ido a enterarse. La primera de la fila es Julia Antón (77 años), bautizada dos veces: la primera, a los pocos días de nacer; la segunda, 11 años después, en una ceremonia colectiva, vestida de niña falangista y amadrinada por Carmen Polo de Franco.

Muchos católicos razonables ven con buenos ojos que salga de la Iglesia quien no desee pertenecer a ella. Los españoles somos católicos, apostólicos y romanos casi por decreto desde que venimos al mundo. Hace años, pocos se atrevían a dejar a sus hijos sin cristianar, por si acaso. Y ahora. Es aberrante meter sin su permiso en berenjenales a criaturas que, hasta el uso de razón e incluso después, desdeñarán igual Biblia, Corán o el Libro Rojo.

Un estudio de la Universidad de Warwick (Reino Unido) dice que los creyentes son más felices que los ateos. Sospechoso. Felicidad y religión son independientes. No consiste en creer en dioses, sino que ellos crean en ti. En Rivas no hay recetas para ser felices, pero comen perdices, quizá.

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