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Columna
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Análisis falseados

Los resultados de las elecciones generales han producido una abundante literatura, que hemos ido conociendo durante la última semana. Los comentaristas han examinado con apasionada minuciosidad los votos obtenidos por cada partido, el número de diputados, los avances conseguidos, los porcentajes. Nada ha quedado sin analizar y sin ser interpretado. Como sucede en estos casos, los significados han variado según el talante o la militancia de quienes opinaban. Es probable que haya sido la Comunidad Valenciana donde estos comentarios se han publicado con mayor abundancia: el triunfo tan concluyente del Partido Popular podría ser la causa.

A la hora de explicar el éxito de la derecha se han formulado diversas hipótesis, todas ellas más o menos plausibles. Unas aluden a la habilidad de Francisco Camps para expresar consignas que calan entre los electores. Otras, prefieren fijarse en el desarrollo económico que ha tenido la Comunidad durante los últimos años. Hay quien afirma que la sociedad valenciana ha girado hacia la derecha, y para demostrarlo aporta datos y porcentajes muy precisos. Es posible que todos tengan razón y no exista una única causa para explicar la victoria del Partido Popular. Sin embargo, no deberíamos olvidar un hecho que, en mi opinión, resulta fundamental: la ausencia de oposición. En la Comunidad Valenciana no existe oposición política, lo que falsea cualquier análisis que pretendamos realizar.

El mismo argumento serviría a la hora de juzgar a Francisco Camps. La brillantez de los resultados electorales ha revestido al presidente de la Generalitat de un aura que, hoy por hoy, puede resultar algo excesiva. No negaré que Camps sea un político sagaz, porque esa cualidad la tiene demostrada. La forma en que se ha desecho del zaplanismo es brillante, y otro tanto cabe decir del modo como resolvió el problema de Alicante, donde supo moverse con rapidez y clausurar cualquier atisbo de discriminación en un par de días. Pero no olvidemos que Camps gobierna sin oposición. El día que tenga enfrente a un partido organizado, que le responda con los argumentos que él emplea hoy, podremos juzgar su valor como gobernante. De momento, dejémoslo en un político hábil, que no está mal para los tiempos que corren.

Ángel Luna publicó en este periódico, el jueves pasado, un artículo del mayor interés. Conviene leerlo con atención porque muestra el estado de ensimismamiento al que ha llegado el socialismo valenciano. El artículo del portavoz socialista en las Cortes está todo él escrito desde la política y para los políticos. Ignora a los ciudadanos y, lo que es más grave, no hace ningún esfuerzo por comprender sus necesidades. Es cierto que, como escribe Luna, Camps carece de un programa de gobierno, que ha sustituido por frases enfáticas y vacías. Pero, si esto es así quizá merezca la pena que el portavoz se pregunte por qué una mayoría de los valencianos acaban de revalidar ese comportamiento.

Hace tiempo que los socialistas de la Comunidad dieron la espalda a los ciudadanos, y convirtieron al Partido Popular en su único interlocutor. Estas personas llevan tantos años viviendo en la política -y alguno, de la política-, que no perciben otra realidad fuera de ella. Esta conducta puede depararles alguna jornada memorable en las Cortes -el propio Luna, que es un parlamentario brillante, tuvo una, semanas atrás-, o alguna portada efímera en la prensa, pero será difícil que les devuelva el fervor de los electores.

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