Atracos a mano armada
El otro día me lo comentaba mi novia después de padecer la negligencia de un servicio de mensajería: "Es mucho menos probable ser víctima de un atraco por la calle que del timo de una empresa". Me apunté rápidamente a la reflexión porque yo mismo llevaba semanas haciendo una reclamación a una compañía aérea. Sin éxito, por supuesto.
Las empresas, ante sus errores, echan balones fuera. Nunca reconocen sus fallos. Siempre se escudan en justificaciones ridículas que hacen parecer al usuario-víctima el culpable de todo. La mejor defensa es el ataque. Mi caso con la compañía aérea es muy vulgar, muy típico. Le habrá pasado a mucha gente. Por eso precisamente me sirve de ejemplo para exponer cómo las grandes compañías de telefonía o transporte escurren el bulto sin disimulo y tratan al consumidor de imbécil para abajo.
Mi queja consistía en que no me habían dado un tique que acreditara que mi equipaje de mano había sido entregado a un miembro de la tripulación. Ante dicha reclamación, la compañía me decía que sin dicho tique no podía pedir indemnización. A lo que yo contestaba que precisamente mi queja consistía en que no me habían dado el dichoso tique. Respuesta: para poder reclamar mi equipaje necesitaba el tique.
Esta estrategia de "balones fuera", "manzanas traigo" o "Kafka es un escritor costumbrista" es la máxima de estos mastodontes empresariales. La inseguridad ciudadana no se produce en la calle sino en tu casa, cuando intentas llamar a un servicio de atención al cliente. El Bronx de hoy es un teléfono 902. Los departamentos de reclamaciones funcionan como la CIA: hay que negarlo todo, caiga quien caiga. Nunca decir "lo siento, nos hemos equivocado". Agotar la paciencia del cliente descontento hasta que tire la toalla y no reclame más.
Me he acordado mucho de todo esto pensando en los votantes de Izquierda Unida. Han debido sentirse así al comprobar que sus votos valían dos duros en estas elecciones. Un sistema electoral que favorece tanto a los dos partidos mayoritarios es como una empresa de telefonía móvil que te cobra facturas desorbitadas. Ahora todo el mundo se echa las manos a la cabeza, pero dentro de cuatro años estaremos igual y volveremos a escandalizarnos cuando el sistema electoral nos pierda las maletas.
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