Vasos más comunicantes

El intercambio que históricamente se produce de un cierto flujo de votantes entre el PNV y el PSE, según se trate de elecciones generales o autonómicas, no ha visto antes un trasvase como el registrado el pasado domingo, ni en cantidad ni en homogeneidad territorial, puesto que ha alcanzado a toda la comunidad.

Ese voto "dual" y "de ida y vuelta según la elección de que se trate" ha resultado "más significativo que en otras ocasiones", se limita a admitir Francisco Llera, catedrático de Sociología de la UPV y responsable de su Euskobarómetro, con todas las cautelas antes de realizar un estudio muestral adecuado.

El PNV y el PSE han permanecido relativamente igualados en porcentajes en las elecciones generales, mientras que en las autonómicas la distancia se agrandaba en favor del primero.

Desde 1993, el PSE sólo había sacado tres puntos al PNV. Ahora gana por 11

El mayor trecho que desde 1993 habían logrado obtener los socialistas sobre el PNV en unas elecciones generales era de tres puntos en 2004. En 2000, el PNV le había aventajado por seis puntos, pero los vasos comunicantes también existentes entre el electorado del PSE y el PP compensaron entonces en el campo no nacionalista. Los socialistas se imponen ahora por once puntos.

El mantenimiento por el PP de sus posiciones, con ligeras pérdidas, que son casi inapreciables en Álava, conduce a pensar que la frontera entre el voto nacionalista y el socialista puede estar empezando a perder resistencia. El discurso modulado del PSE, su desmarque del PP, las colaboraciones que ha prestado desde 2005 para la gobernabilidad vasca y el intento de diálogo para acabar con el terrorismo realizado por el presidente del Gobierno pueden haber surtido ese efecto. Todo ello parece haberle ayudado a penetrar de un modo no visto antes en el terreno del PNV. El triunfo del PSE en Bilbao no se explica sólo por el aporte de Ezker Batua.

A falta de un estudio más pormenorizado, los expertos se muestran muy prudentes sobre el alcance real, la estabilidad y la proyección de futuro de este fenómeno, que, en cualquier caso, requiere de su contraste en las próximas autonómicas.

Ahí comprobará el PSE si la desconfianza o la aversión hacia él del voto nacionalista, cuando de gobernar la comunidad autónoma se trata, empiezan a derretirse algo.

Tanto Llera como otros especialistas recelan de una lectura triunfalista del PSE en esa dirección. Piensan que el traslado de voto nacionalista puede no haber tenido tanto alcance y que finalmente no resulte tan distinto al de otras ocasiones -salvo en el caso de Álava, donde es claro- porque creen también que el voto perdido del PNV ha ido en parte a la abstención. El enfado de su voto más moderado por la deriva soberanista habría terminado en ella. Con todo, al mismo tiempo se hace difícil pensar que sea precisamente ése el voto que se abstenga cuando ETA lo pide y dos días después de un asesinato.

La extrapolación de los datos de las elecciones del lunes a unas autonómicas la rechazan no sólo los sociólogos, sino también los propios socialistas