El primer ministro Fillon para el golpe

El resultado de las municipales ha sido calificado por el secretario de la UMP (Unión por un Movimiento Popular), Patrick Devedjian, como una "pequeña derrota", pero en ningún caso "voto de castigo". Los conservadores franceses están en deuda con el primer ministro, François Fillon, el flemático inquilino del hotel de Matignon, que fue objeto de toda clase de chanzas cuando, tras las elecciones presidenciales, su figura triste y borrosa era eclipsada por la brillantez y omnipresencia del presidente Nicolas Sarkozy.

Ahora, las encuestas le dan una ventaja de casi 20 puntos en popularidad sobre el jefe del Estado, y ha sido su dignidad, su presencia tranquila, la que ha devuelto la esperanza a muchos candidatos conservadores que lanzaban confusas señales de ayuda en sus circunscripciones, con la esperanza de que no fuera el inquilino del Elíseo quien les viniera a visitar en campaña.

Fillon ya estaba ayer en campaña, en un bar del distrito XV de París, feudo tradicional de la derecha, tomando una cerveza con la gente de su partido, intentando frenar el ascenso de la socialista Anne Hidalgo.

Desde el Elíseo, donde se intenta esconder la clamorosa ausencia de Sarkozy, se insistía en que 14 de los 22 miembros del Gobierno que se presentaban, incluido el primer ministro, fueron elegidos o reelegidos en la primera vuelta y que el resto pasa a la segunda. Uno de ellos, Christian Estrosi, secretario de Estado para los territorios de Ultramar, ha prometido que si sale elegido dejará el Gobierno.

El primer envite de estas municipales, casi un año después de la victoria de Sarkozy, se cierra con nueve ciudades reconquistadas por la izquierda y dos por la derecha. La diferencia en el número total de votos, sin embargo, es mínima: socialistas, comunistas y verdes se llevaron un 47% y la UMP y sus aliados un 45%. El MoDem (Movimiento Democrático) en torno al 5%.

La postura de los socialistas respecto a las alianzas es de fuerza. "Aceptaremos todos los votos y candidatos desde el momento en que acepten nuestro proyecto y nuestras alianzas y se sitúen en una oposición clara no sólo a la persona de Sarkozy, sino también a su política", dijo François Hollande. El líder del PS hizo un llamamiento para convertir "la advertencia" del domingo en "una sanción" al presidente.

La extrema derecha y la extrema izquierda se hundieron en la irrelevancia, lo que no estaba tan claro antes de la cita con las urnas. El ultraderechista Jean-Marie Le Pen esperaba tomarse la revancha de la demolición a la que Sarkozy sometió al Frente Nacional, pero no ha conseguido situarse prácticamente en ningún lugar. La extrema izquierda, encabezada por el carismático trotskista Olivier Besançenot, tampoco ha pasado del 2%.

El alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, aseguró anoche que sólo pactará con los ecologistas y no con el MoDem en la segunda vuelta].