Los 11 diputados de Duran salvan a CiU de la crisis interna
El democristiano no hará pinza con PNV y BNG
Josep Antoni Duran Lleida disimuló ayer muy bien su euforia cuando compareció en público tras la ejecutiva de Convergència i Unió (CiU). Su rostro delataba el cansancio de la campaña, que trampeó con su convalecencia por una reciente operación de cáncer. Pero el democristiano puede sacar pecho ante sus socios de Convergència Democràtica -el partido de Artur Mas- por los resultados del domingo -11 diputados provisionales a falta del recuento del voto emigrante.
El sector convergente más soberanista esperaba un desplome de Duran en estas elecciones para activar una crisis en la federación y conseguir, en el congreso de julio, los suficientes apoyos para propiciar la ruptura con los democristianos. Pero Duran ha aguantado el "tsunami" -así lo definió ayer Mas- de la bipolarización electoral y repite prácticamente los resultados de 2004. Con ellos, el democristiano ha logrado desactivar una crisis de indudables consecuencias.
De momento, los nacionalistas han optado por la prudencia. "Wait and see", esperar y ver, la definió ayer el candidato. En CiU se tomarán unos días de vacaciones a la espera de los pasos que den los socialistas, conscientes de que sus escaños asegurarían a José Luís Rodríguez Zapatero una cómoda y holgada mayoría.
Aunque los nacionalismos periféricos podrían condicionar la elección de la mesa del Congreso e incluso la legislatura del presidente del Gobierno, Duran no alberga muchas esperanzas de formar una pinza con PNV y BNG: "Nos gustaría que uno de los nuestros pudiera presidir la Cámara, pero cada uno sirve a sus propios intereses y, a veces, no son coincidentes".
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