Leves incidentes no enturbian la jornada electoral
Un hombre fue arrestado en Betanzos por depositar "proyectiles de combate en desuso" en un colegio electoral
Un escenario de clima frío, a ratos lluvioso y con trazas de aguanieve en lugares como Terra de Montes, acompañó a los gallegos que ayer acudieron a las urnas en las elecciones generales con más participación de la historia de Galicia. Y aunque los 4.091 colegios electorales debían, por imperativo legal, abrir sus puertas a las 9 de la mañana, no fue hasta bien entradas las 10 cuando el total de las mesas se encontraron habilitadas para recibir a los votantes: 1.620 en la provincia de A Coruña, 1.313 en la de Pontevedra, 586 en Lugo y 572 en Ourense.
Touriño y Quintana votaron a la misma hora, pero en Santiago y Allariz
En O Eixo votaron en grupo para exigir el indulto para tres de sus vecinos
Los electores de Ponte Caldelas, a poca distancia de la ciudad de Pontevedra, se toparon con silicona en las cerraduras del colegio electoral de Caritel. El alcalde de la localidad, Perfecto Rodríguez, se apresuró a desvincular el incidente de la polémica surgida recientemente por el realojo de las familias gitanas del poblado de O Vao, en Poio. "Se trata de un acto de vandalismo lamentable", dijo, "y es habitual que donde existe un conflicto otros aprovechen para hacer vandalismo". Operarios municipales forzaron la puerta a tiempo de cumplir con el reglamento electoral.
El colegio en donde vota el presidente de la Xunta y secretario general de los socialistas gallegos, Emilio Pérez Touriño, amaneció igualmente con silicona en la entrada. Pérez Touriño fue el primero de los tres líderes gallegos en ejercer su derecho, a las 11 de la mañana en la Facultad de Ciencias Políticas de Santiago de Compostela. Prácticamente a la misma hora, en Allariz, lo hizo el vicepresidente y portavoz nacional del BNG, Anxo Quintana, y diez minutos después, en el colegio García Barbón de Vigo, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular. La Facultad de Historia y el colegio Peleteiro, en la capital gallega, también comenzaron la jornada electoral retirando cola de las cerraduras.
Los habitantes de O Eixo, a las afueras de Santiago, acudieron a votar en grupo y a primera hora de la mañana. Reclamaban, una vez más, el indulto para los tres vecinos encarcelados, en la prisión de Teixeiro, por agredir a un policía en unas movilizaciones hace diez años. Para los votantes de la parroquia de Loureda, en Arteixo, donde no existe ni centro escolar ni social a pesar de contar 1.200 electores potenciales, las urnas los esperaron en un bar.
En una mesa de la calle Constitución, de la villa coruñesa de Betanzos, agentes de la policía local detuvieron a un hombre. El excéntrico motivo del arresto tenía forma, según la polícía, de "proyectiles de combate en desuso, similares a granadas de mano oxidadas". En Sada, efectivos de la Guardia Civil se llevaron detenidas a dos personas que entraron en el colegio electoral de Mondego y "sin motivo aparente empezaron a tirar las papeletas por el suelo, intimidaron a los votantes y profirieron amenazas contra el presidente de la mesa electoral".
Además de la alta participación en las elecciones, que provocaron que en Vidán, un barrio residencial de Santiago, las urnas ya estuvieran repletas a mediodía y el presidente de la mesa ordenase ir a buscar más contenedores, los tres partidos políticos pusieron en marcha una maquinaria que implicó a casi 31.000 militantes y simpatizantes, entre interventores y apoderados. Los números cuadran con la distribución del peso electoral. Si el PP situó en las mesas de toda Galicia a casi 13.000 personas, el BNG hizo lo propio con casi 8.200, mientras que los socialistas llegaron a los 10.000. De garantizar la seguridad de las elecciones se encargaron casi 7.000 personas, de los que más de 2.000 fueron policías nacionales y casi 3.600 guardias civiles.
Por primera vez en los 28 comicios que se han celebrado en Galicia desde el año 1977, los ciudadanos invidentes han podido votar sin ayuda, es decir, de forma secreta. Las mesas electorales entregaron a los votantes que lo habían solicitado previamente un estuche con sobres escritos en braille y papeletas en tinta.
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