Una victoria milagrosa
El Athletic gana accidentalmente a un Valladolid muy superior en el juego
Probablemente, el Athletic sí sabe por qué ganó el partido y el Valladolid por qué lo perdió, aunque ambos saben que no merecieron tal suerte o tal desgracia. Al Valladolid le condenó su falta de pegada, un error infantil de su portero en el segundo gol y una expulsión inevitable de Pedro López para evitar una jugada de Aduriz. Todo lo demás lo hizo bien. Jugó mejor que su rival, lo acorraló, sacó los pitidos de la grada, sembró de nerviosismo San Mamés y perdió 2-0. Cosas del fútbol. Está claro que San Mamés no le sienta bien a Mendilibar. Ni como local ni como visitante.
El Athletic ganó con dos goles de Gabilondo, lo que en otras circunstancias habría engrandecido al bigoleador, sobre todo en un equipo que no tiene goleadores con pedigrí. Pero el Athletic no ganó por Gabilondo, que cazó un magnífico centro de Llorente en la primera mitad y aprovechó una ingenuidad de Sergio Asenjo en la segunda. El Athletic ganó probablemente por el trabajo impagable de Javi Martínez y su portero Armando. Un chico de 20 años y un adulto de 37 salvaron los muebles de un equipo que se sintió acorralado durante todo el partido, incluidos los siete minutos de prolongación que decretó el árbitro, que, al parecer, se encontraba muy a gusto en la catedral.
ATHLETIC 2 - VALLADOLID 0
Athletic: Armando; Iraola, Ocio, Amorebieta, Koikili; Susaeta (David López, m. 75), Orbaiz (Garmendia, m. 90), Javi Martínez, Gabilondo; Aduriz (Ramos, m. 61) y Llorente. No utilizados: Aranzubia; Del Horno, Ustaritz y Muñoz.
Valladolid: Asenjo; Pedro López, Bea, García Calvo, Marcos; Borja (Sisi, m. 46), Álvaro Rubio; Vivar Dorado, Kome (Capdevila, m. 72), Sesma (Ogbeche, m. 79); y Manchev. No utilizados: Alberto; Cifu, Rafa y Aguirre.
Goles: 1-0. M. 5: Gabilondo. 2-0. M. 68: Gabilondo.
Arbitro: Ayza Gámez. Expulsó a Pedro León (m. 56) y amonestó a Amorebieta, Ramos, Javi Martínez, Álvaro Rubio y Marcos.
Unos 32.000 espectadores en San Mamés.
Lo de Javi Martínez es un caso digno de estudio. Sus cualidades son portentosas; su actitud, impagable, y su desafío a la biomecánica, permanente. Parece increíble que una persona pueda disputar 90 minutos al mismo ritmo, cuando no yendo a más, a medida que los demás van a menos. El Valladolid supo tocar el balón con Vivar Dorado, con Borja, con la habilidad de Jonathan Sesma, pero le costaba un mundo derribar al panzer navarro cada vez que alargaba sus piernas en esa majestuosa carrera que le hace batir récords de velocidad cada diez minutos.
Armando, en su último trayecto futbolístico, encontró el partido que buscaba. Entre el minuto 17 y el 33, el guardameta del Athletic salvó a su equipo con tres intervenciones magistrales, dos veces a Sesma y otra en un centro envenenado de Kome. Había dudas sobre su calidad porque había sido inquietado escasamente hasta ayer.
Los dos intentaron hacer el trabajo de once, lo que es imposible, pero arruinaron el del Valladolid, que dominó al Athletic durante todo el partido, que lo acorraló con diez jugadores e incluso le metió el miedo en el cuerpo con el 2-0 en contra hasta el último instante del partido. Hasta entonces no respiró el Athletic, que encontró dos goles y malgastó algún otro, pero que vivió a merced de un Valladolid que ganó mucho con la entrada del joven Sisi y la más testimonial de Ogbeche.
Tan engañoso era el resultado que dio la sensación de que el Athletic no se lo creyó nunca, fiel a su espíritu espumoso, que dura lo que tarda en marcar un gol. De no haber sido por la novatada de Sergio Asenjo (Gabilondo ni siquiera le rozó en su salto tras el globo de Llorente), los nervios habrían podido llevar al abismo a un Athletic incapaz de asentarse en su juego y temeroso de la victoria. Ayer fue capaz de apostar por resistir 90 minutos tras haber marcado a los cinco. Insólito aunque reiterativo. Ayer le salió bien, pero pareció un milagro.
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