Marcha imparable hacia la inanidad
El Valencia paga de nuevo su falta de cuajo ante un Depor que tiró de oficio para remontar
Mientras Albelda se va al cine tratando de olvidar el olvido de Koeman, el Valencia prosigue su marcha imparable hacia la inanidad. La última media hora de ayer del cuadro de Koeman fue de una tristeza espantosa, incapaz de asustar a un Depor satisfecho con el botín de un punto. Demasiado satisfecho. De haber sido más ambicioso, podría haber asaltado al peor local de la Liga, el Valencia, que estaría en puestos de descenso si la competición hubiese comenzado cuando Koeman ocupó el banquillo. Y creyó que cargándose a tres vacas sagradas, Albelda, Cañizares y Angulo, lograría la llave de la eterna juventud, la alegría y las ilusiones perdidas.
Y esa impresión puede dar por momentos, como ayer en el arranque, cuando Mata, Arizmendi y Villa simularon fulminar al muy armado Deportivo. Pero es un efecto gaseoso. Además de frescura, el fútbol requiere colmillos retorcidos, experiencia y liderazgo. Todo lo que se cargó Koeman. Ah, por cierto, la prometida posesión del balón ha llegado, sí, pero de manera estéril, sin dañar al contrario. Su equipo no generó ni una ocasión de gol en toda la segunda parte. El Depor, dos.
VALENCIA 2 - DEPORTIVO 2
Valencia: Hildebrand; Miguel (Joaquín, m. 66), Albiol, Helguera, Caneira; Arizmendi, Sunny (Edu, m. 77), Banega, Mata; Silva (Vicente, m. 66); y Villa. No utilizados: Mora; Lombán y Montoro.
Deportivo: Aouate; Manuel Pablo, Lopo, Coloccini, Pablo Amo, Filipe Luis; Wilhemsson, Sergio (Tomás, m. 83), De Guzman, Lafita (Juan Rodríguez, m. 71); y Xisco (Riki, m. 75). No utilizados: Taborda; Manu, Bodipo, Valerón y Chapi.
Goles: 1-0. M. 16. Mata, de cerca. 2-0. M. 23. Centro de Arizmendi que cabecea Villa. 2-1. M. 37. Sergio, de vaselina. 2-2. M. 45. Centro raso de Wilhemsson y marca Lafita.
Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Mata, Sergio y Riki.
Unos 35.000 espectadores en Mestalla.
Bajo la vieja táctica del dos para uno, el conjunto de Lotina regresó a un partido del que se había despedido en la primera media hora. Se juntaron Lafita y Sergio para sacar una falta en la zona del 10. Burlaron con un toque al oponente, Miguel, y Sergio ni siquiera necesitó mirar a la portería para intuir lo que se convertiría en un golazo inesperado. Fijó la mirada en el piso mientras picaba la pelota en diagonal hacia el palo izquierdo de Hildebrand. Tal vez propulsado por un enigmático viento, el balón fue ganando velocidad a medida que se acercaba al arco. A lo que respondió el meta alemán con un vuelo tan ortodoxo como inútil. Después se quejaba Hildebrand a sus compañeros en su ya incipiente castellano: "Dos, dos, dos", gritaba, enseñando dos dedos de su guante derecho. En efecto, la acción ofensiva habría requerido de dos defensas para neutralizarla, pero acudió uno. Error en el que volvió a incurrir la zaga local poco después, lo que llenó de confianza la mochila deportivista, que cambió de banda para empatar. Enhebró una jugada desde atrás, abrió a Wilhemsson y el centro raso del interior sueco, siempre superior a Caneira, lo remató a gol Lafita, goleador inesperado en las últimas citas desde la segunda línea.
El empate dejaba al descubierto la candidez defensiva del Valencia. Y tapaba las prometedoras sensaciones de algunos de sus jóvenes. Mata y Banega, especialmente. Con Joaquín en el banquillo, el Valencia encontró un boquete en su extremo derecho. Banega quemó sus excesos etílicos en una segunda parte de hiperactividad, tanto en la defensa como en el ataque. Fue el único. A Sunny le queda un mundo por mejorar. El Depor estuvo a punto de adelantarse en disparos de Pablo Amo y de Filipe. El Valencia fue banalizando su juego y la grada no atisbaba ni una sola posibilidad de ganar. A pesar de que entraron Joaquín y Vicente, dos extremos puros de gran pedigrí, incapaces de alcanzar ni una sola vez la línea de fondo. Ni lo intentaron. No había respuestas a la futilidad ni dentro ni fuera del equipo. Uno que trató de encontrarlas estaba ayer en el cine.

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