Espacios en movimiento
En Cataluña, pocos cambios, pero significativos, con redimensionamientos notables de los espacios de las distintas fuerzas políticas. Una abstención menor de lo que uno podía imaginar tras muchos meses de castigo, directo e indirecto, al paciente electorado. Éxito de la estrategia del PSC al movilizar en función del miedo al retorno del Partido Popular, lo que les colocaba en una posición decisiva. Los convergentes resisten, pero la gran cuestión es saber si podrán o no rentabilizar su cuota de poder.
Esquerra ve reducido muy notablemente su espacio, y aunque estas elecciones no sean especialmente las suyas, es evidente que los efectos no serán pacíficos. Los populares demuestran la solidez de su zócalo electoral en un sitio tan complicado para ellos como Cataluña, y la coalición de ICV-EUiA consigue resistir al bipartidismo rampante y al voto útil, aunque seguramente Joan Herrera esperaba más de su buena actuación como parlamentario primero y como candidato después.
A pesar de que los socialistas no alcanzan la mayorían absoluta, la reducción de los espacios de los partidos minoritarios apunta a una menor pluralidad democrática del país, y ello no es bueno para nadie. La corta historia democrática del país nos enseña que la falta de controles y amortiguadores son malos atributos para quienes han de gobernar un país, y ello es especialmente significativo en momentos como los actuales en que hemos de enfrentarnos a graves problemas estructurales. Esperemos que la prudencia, la generosidad y la templanza sean buenas consejeras en momentos como este.
No está claro qué consecuencias tendrá todo ello en el principal partido de la oposición, aunque si me pidieran apostar, apuntaría a Aguirre y a una nueva versión de sostenella y no enmendalla. Y tampoco está claro aún cómo digerirá el nuevo Ejecutivo socialista su nueva acumulación de legitimidad y confianza para lidiar con los asuntos no resueltos de la ordenación autonómica. ¿Bono e Ibarra o Antich, Touriño o el nuevo Montilla? ¿Cómo afrontarán el despliegue del Estatuto de autonomía catalán? ¿Llenos de sano orgullo y pletóricos de confianza, pero cicateros en la visión federal del poder que está implícitamente planteada en el texto estatutario?
Es también importante analizar el papel de los medios de comunicación en esta desenlace. La bipolarización favorece la presentación mediática de las opciones, simplifica y facilita las cosas. El problema es que empobrece el escenario. ¿Hemos de resignarnos a esa realidad? Si es así, los partidos, todos, deberían tomar buena nota. Y una última cosa: deberíamos replantearnos seriamente en esta legislatura el asunto del Senado. La impresión de desconcierto, incomprensión y lejanía que provocaba la visión de la sábana de color anaranjado con decenas de nombres colocados bajo rótulos muchas veces incomprensibles, junto con la sensación de que el Senado sirve de bien poca cosa, deberían hacernos reflexionar.
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