La banda carece de estrategia definida
Pocos saben que ETA, antes de su pretensión de influir en estas elecciones con el asesinato del ex concejal socialista Isaías Carrasco, ya lo intentó durante el proceso de fin dialogado. Javier López Peña, el nuevo líder de ETA que desplazó a Josu Ternera en el verano de 2006, alardeó en la última reunión del proceso, en diciembre de ese año, ante los interlocutores del Gobierno de la capacidad operativa de la banda y jugó con el temor de los socialistas a perder las elecciones con su regreso al terrorismo, dada la actitud tan agresiva del PP contra el proceso de diálogo.
Pero el chantaje de ETA, blandiendo el fantasma de las elecciones que se celebran hoy, no surtió ningún efecto en el Gobierno socialista. Sus interlocutores comprobaron, sobre el terreno, que en ETA se había producido un golpe de mano y que su nuevo líder pretendía penetrar en el terreno de la negociación política con el Gobierno, que no estaba prevista en la hoja de ruta del proceso ni el Ejecutivo estaba dispuesto a tolerar.
ETA ya intentó chantajear al Gobierno en el proceso de paz con la amenaza de influir en las elecciones
El categórico no del Gobierno, en diciembre de 2006, al descarado chantaje de ETA acabó con el proceso por más que algunos -ETA-Batasuna y luego, desgraciadamente el PP- se empeñen en sobrevalorar lo sucedido en los contactos ulteriores, de mayo de 2007, entre la banda y enviados -que no los interlocutores oficiales- del Gobierno.
ETA cumplió el viernes la amenaza dirigida a los interlocutores socialistas en la reunión de diciembre de 2006. Si entonces no logró consumar su chantaje, tampoco logrará hoy condicionar el resultado electoral, que responderá a la voluntad ciudadana y no a oscuras estrategias, cuyo brazo ejecutor habría sido ETA. La banda ya había advertido que los socialistas eran su principal objetivo y con toda claridad en su último texto, el 5 de enero.
Con su regreso, cinco años después, al asesinato individual en Euskadi surge la inquietud sobre si ETA abre un ciclo de vuelta a mediados de los años 90. Los expertos en la lucha antiterrorista sostienen que lo que caracteriza a ETA, tras el fracaso del proceso, es su carencia de estrategia, su huida hacia adelante. Estiman que si optara por retomar esa vía de atentados, algo incierto, no creen que podría sostenerla mucho tiempo.
Las razones de ese diagnóstico son lo mal parada que ha salido del proceso fallido de diálogo con el Gobierno. Su capacidad operativa es muy limitada, con un único comando activo, el Vizcaya, autor del asesinato del viernes. Tras la ruptura de la tregua, las fuerzas de seguridad detuvieron a cuatro comandos. Otra prueba de su debilidad operativa es el fracaso que cosechó en seis de sus siete atentados con coches bomba. En la pérdida de capacidad operativa de ETA es muy importante el conocimiento que las fuerzas de seguridad tienen de ella y el apoyo nítido de Francia.
Pero la debilidad de ETA obedece a razones políticas de fondo. Ha perdido los últimos apoyos internacionales que disponía hasta la tregua, como el Sin Fein y los surafricanos. El proceso de diálogo y su comportamiento intransigente, ilusorio y chantajista en el mismo ha sido decisivo para que haya perdido sus últimos apoyos internacionales. Hay que añadir que la dirección de Batasuna, su brazo político, está en la cárcel, y que su capacidad está reducida a la mínima con la ilegalización de sus marcas.
Este panorama repercute en sus clásicos apoyos políticos en Euskadi. La antigua dirección de Batasuna y la del sindicato abertzale LAB, con importantes vínculos con el nacionalismo democrático, no ocultan su malestar con la deriva de ETA, tras la ruptura de la tregua. La imposición de ETA a la izquierda abertzale de la consigna de abstención en las elecciones de hoy ha causado gran malestar en sus filas. En ANV se constatan graves diferencias -como mostró el rechazo de sus ediles en Derio (Vizcaya) al atentado contra la sede socialista local-. Como también las hay entre los presos de ETA.
La reducción de los apoyos tradicionales de ETA y la crisis que se avizora en la izquierda abertzale complican mucho su futuro. Y está detrás de la tesis que el presidente del Gobierno defendió el viernes, tras el asesinato de Isaías Carrasco: "Sabemos con seguridad que ETA está ya vencida por la democracia. Está repudiada y aislada por el conjunto de los españoles y por la sociedad vasca".
Sólo el PP de Rajoy discrepa de esta tesis y sostiene que ETA está mejor que hace cuatro años. Lo que está peor que entonces es la falta de unidad de los partidos democráticos contra ETA, rota al ganar el PSOE las elecciones. Si quedaba alguna duda sobre la principal responsabilidad de ello, Ignacio Astarloa, del PP, la despejó el viernes, al marcar sus distancias con los demás partidos sobre el texto contra ETA. Un comportamiento muy distinto al del PSE, tras sufrir uno de sus militantes la agresión etarra.
ETA tenía la perversa intención, al atacar al PSE, en profundizar en el abismo entre el PP y PSOE ya que los socialistas vascos han sido los más atacados por el PP durante el proceso. Es de esperar que, tras las elecciones de hoy, se supere la carencia más grave en la etapa terminal de ETA, la falta de unidad democrática.
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