"Soy yo la que está atada de pies y manos a mis hijos"
El 96% de los que renuncian a su empleo para cuidar a la familia es, como Pilar Coleto, mujer
Utiliza constantemente las palabras "sacrificio", "renuncia", "nunca más"... Cuando describe los últimos años, Pilar Coleto, de 33, madre de dos niños de 2 y de 4, recurre al condicional, sobre todo a uno: "Si hubiera sido hombre...". Estudió magisterio aunque nunca ejerció y renunció a su trabajo en un concesionario de coches para cuidar de sus hijos. No se arrepiente y asegura que lo volvería a hacer. Por una sola razón: "Ser mujer es un asco".
De las 171.800 personas que abandonaron su empleo en 2006 para cuidar a niños o enfermos, 165.000 eran mujeres. Ganan menos que sus parejas, tienen peores contratos y sus salarios a menudo son demasiado parecidos a la cuota de la guardería privada -tener plaza en una pública es casi imposible-.
"No podía compaginar las dos cosas. Al final tuve que dejar el trabajo. Si hubiera sido hombre, no habría tenido que hacerlo. Fue un sacrificio enorme, porque a mí me encantaba trabajar, pero lo volvería a hacer porque soy mujer y me tocaría hacerlo. Mi marido no tiene esta lucha. Él es ingeniero... Soy yo la que está atada de pies y manos a mis hijos".
No era el primer sacrificio que hacía "por ser mujer". Años antes de tener a sus hijos, en previsión de tenerlos, ya renunció a un ascenso como jefa de ventas. "Me entusiasmaba la idea pero no quería engañarles. Les dije que en un año o dos me iba a plantear tener hijos".
Aquella tampoco fue la única vez que se sentiría obligada a dar explicaciones o a responder de aspectos tan íntimos como los planes de embarazo. "Después de tener al segundo, se me hizo muy cuesta arriba. Me sentía muy atada. Mis amigas trabajaban. Yo sólo me relacionaba con dos seres diminutos. Así que a los cuatro años empecé a buscar trabajo otra vez. Hice dos entrevistas. Me preguntaron si tenía pareja estable, si tenía hijos, si quería tener más. En la primera, cuando les dije que ya tenía dos y que me plantaba, noté que les gustó mucho", recuerda.
Lleva tres meses trabajando con jornada reducida como contable en una empresa de material publicitario para Congresos. Pilar está casi feliz. "El trabajo me da algo en que pensar que no son mis hijos, un espacio propio. Tenía unas alas enormes y me las cortaron. Sé que no he llegado donde podía haber llegado, pero había que elegir. No podía dejar de encargarme de mis hijos para sentirme realizada", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.