Lo fugaz como una de las Bellas Artes
El Artium presenta nueve intervenciones de autores internacionales en una de sus salas - Las obras serán desmanteladas cuando se cierre la muestra
De lo efímero considerado como una de las Bellas Artes. Así se podría subtitular la exposición Agitar antes de usar que ayer se inauguró en la sala Este Baja del Artium con obras de diez creadores internacionales que han intervenido en ese espacio sin voluntad de trascendencia, más allá del recuerdo en fotografía o vídeo. La muestra se podrá visitar hasta el próximo 8 de junio, cuando la sala se desmantele.
De los meticulosos trabajos del canadiense Robert Waters o la paquistaní Hamra Abbas hasta la intervención conceptual de la vasca Maider López o el argentino Jorge Macchi, sin olvidar la apuesta política del francés Jean Michel Alberola, cada creador ha jugado con el espacio que ha elegido él mismo, después de un debate entre los seleccionados. El comisario, Enrique Martínez Goikoetxea, ha trabajado los últimos dos años sobre una base de datos de más de 200 autores de todo el mundo. La idea era partir de la intervención en una sala del museo "en la que se tuviera en cuenta el punto de vista arquitectónico", explica.
Los artistas han sido seleccionados entre más de 200 de todo el mundo
Afinado el criterio, acabaron por ser seleccionados, además de los citados, los británicos Chris Drury y Catherine Bertola, la alemana Katharina Grosse y la pareja formada por Petra Mrzyk y François Moriceau. "Todos ellos ponen en valor la experiencia estética de lo temporal", explicó ayer el director del Artium, Javier González de Durana.
Drury abre el itinerario con tres enormes huellas dactilares, gran ampliación de las de sendos ciudadanos de Vitoria, impresas en arcilla de una cantera cercana. Parte de las intervenciones se han planteado con un trasfondo social y, a veces político, que valora el lugar en que se plantea la obra. Otras parten de una mirada introspectiva a la propia creación artística, como en la obra de Hamra Abbas, que ha preparado un intrincado arabesco geométrico al estilo de los que adornan algunas mezquitas. La pieza, un complicado collage de papel, se extiende a lo largo de 20 metros en una filigrana que lleva impresa la frase "Please do not step" ("Por favor, no pisar").
Waters mantiene esta pasión por los materiales efímeros: ha cubierto toda una pared con cinta de embalar. Después ha recortado y dejado en blanco la figura de un hombre sentado frente a su ordenador, cuya pantalla ilumina esa escena íntima. De manera más social, el hombre político se hace presente en los murales de Alberola, uno de los renovadores del arte francés de los ochenta. Ha elegido una sala para pintar cuatro grandes piezas que beben del arte callejero y de denuncia, un espacio que es un verdadero remanso de reflexión utópica.
Macchi ha montado Cinco notas, una instalación de otros tantos cables de acero que sostienen un pentagrama, vacío a no ser por las notas que escribe el metal al atravesarlo. Macchi retoma aquí su interés por la psicología, el subconsciente y las formas del lenguaje.
Maider López ha modificado directamente la arquitectura de la sala, reproduciendo una de las vigas que sostienen el techo y ubicándola a una altura en que no puede pasar desapercibida por el espectador, ya que le obstaculiza el paso y le obliga a contorsionarse levemente o buscar otro itinerario.
Catherine Bertola suele ligar sus trabajos al lugar en que los desarrolla, investigando en la historia a través de los escombros del pasado, de lo que se conserva como huella tras el paso del tiempo. Esta vez ha dibujado la fachada de la antigua estación de autobuses donde ahora se erige el Artium con polvo del subsuelo del museo y de la catedral de Santa María.
La presencia más material llega con la obra de Katharina Grosse, autora alemana que conjuga el expresionismo con la técnica del grafito para crear instalaciones efímeras de un color violento, hasta optimista. Su edificio de globos gigantes, brillantes de color, erigido sobre una peana de tierra y diferentes objetos crean un auténtico acontecimiento de abstracción, expresión y movimiento.
Por último, la pareja que forman Mrzyk y Moriceau han creado una serie de sus dibujos de aparente inspiración surrealista en lo que se presenta como una invasión de su particular universo onírico en las paredes de la sala.
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