C. A. Molina increpa al PP
El Instituto Cervantes cuenta con 25 nuevos centros frente a los 10 abiertos entre 2000-2004
El ministro de Cultura, César Antonio Molina, que tiene su despacho en la Casa de las Siete Chimeneas de la calle del Barquillo, como todos los políticos, va en estos momentos de mitin en mitin y pregona que al PP, al que sitúa en el finisterre más extremo de la derecha, la cultura se la suda cocida y cruda.
Le echas al PP la zanahoria de un soneto del madrileño Lope de Vega y el PP, Virgen santa, Virgen pura, te lo tira sin reciclar a la basura. ¿Desde cuándo no es vidrio un soneto de Lope de Vega? ¿Qué cristal de roca ha resistido el paso del tiempo con la frescura de los versos de "Alma, asómate ahora a la ventana, / verás con cuánto ardor llamar porfía"?, por citar versos religiosos que es de esperar que también les gusten a los votantes del PP.
Cruzaba recientemente el ministro de Cultura por la calle del Prado, donde tiene su sede el Ateneo de Madrid, y un ángel flamígero le insufló la doctrina que ahora ha predicado en Galicia y Pamplona, una doctrina que los vientos galaicos y del puerto navarro del Perdón traen a Getafe, a Guadalix de la Sierra, a Soto del Real, donde recientemente ha cantado Luis Eduardo Aute en Punto de Encuentro, y donde, el 29 de marzo, Andrés Aberasturi leerá sus versos ¿Tiene algo que ver Aberasturi con la cultura y con las leyes que ha aprobado el Gobierno en esta legislatura?
Sí, tiene mucho que ver porque, en Soto del Real, Aberasturi leerá los poemas de Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris), dedicados a un hijo suyo que sufre parálisis cerebral. Aberasturi ha sido uno de los creadores de la Fundación Nido para la atención de estos niños. ¿Y no ha sido precisamente este Gobierno el que ha aprobado la Ley de Dependencia?
La doctrina que predica el ministro de Cultura va cargada con la pólvora de los datos y cifras que cantan las verdades de ese barquero alcalaíno que rema en el lago del Retiro. ¿Qué hizo el PP con el Ministerio de Cultura, cuando alcanzó el poder?, se pregunta Molina. El PP hizo realidad su sueño más querido: eliminó el Ministerio de Cultura, que pasó a ser una secretaría de Estado. No obstante, hay que reconocerle al PP un mérito. Podría haber demolido el edificio del Ministerio de Cultura e, incluso, dando un paso más, podría haber bombardeado en horario laboral el edificio sin avisar a los funcionarios porque así la extinción del ministerio habría sido más radical y espectacular, un adjetivo, por cierto, de uso general en votantes de todos los partidos.
¿Qué ha hecho este Gobierno por la cultura? En primer lugar, comenzó por la base: recuperó el Ministerio de Cultura que sólo en un rapto de demencia puede suprimirse. ¿No se le ocurrió pensar al PP que quizá 800.000 personas ejercen una actividad profesional relacionada con la cultura? ¿No se le ocurrió al PP, que siempre ha sido tan bueno en pragmatismo económico -y, sobre todo, para orientarlo hacia sus cuentas corrientes- que la cultura es una industria formidable de la que viven tantísimos miles de españoles?
Tras la recuperación del Ministerio de Cultura, el Gobierno incrementó un 42% el presupuesto en esta legislatura. En 2008 un 10% más que en 2007. Con contundencia bíblica, Molina planta cara a unas abubillas del parque de la Fuente del Berro, que tienen intención de votar al PP en las próximas elecciones, y les espeta sin compasión la comparación de los presupuestos de este Gobierno para el año en curso con los del último año en que gobernó el PP, y les demuestra paladinamente la apuesta del Gobierno por la cultura: a) en bibliotecas públicas se invertían 61 millones, ahora 105 millones; b) en compra de libros se invertía la miseria de 120.000 euros, ahora 20 millones; c) en el apoyo al cine se invertían 47 millones, ahora 105 millones; d) en conservación de Bienes Culturales se invertían 28 millones, ahora 50 millones.
A estas hazañas culturales hay que sumar actuaciones tan significativas como la ampliación del Museo del Prado, iniciada bajo la égida del PP, y la expansión del español en el mundo.
Cuando Molina fue nombrado, en el comienzo de la legislatura, director del Instituto Cervantes, el presupuesto destinado a esta institución creció como la espuma del Cantábrico: se ha pasado de los 60.077.000 euros que recibió en 2004 a 100.600.000 euros, aprobados para el presupuesto de 2008.
Durante esta legislatura, el Instituto Cervantes, ahora dirigido por Carmen Caffarel tras la designación de Molina como ministro de Cultura, ha llevado a cabo un espléndido plan de expansión: al término de ella, el Instituto Cervantes cuenta con 25 nuevos centros, frente a los 10 centros abiertos entre 2000-2004. Cifras son amores, para decirlo con el lenguaje preferido del PP.
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