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Análisis:PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

'La valse' catalana

Incluso llegan cronometrados. Dolors Nadal desciende del Volkswagen Passat a las 20.55 horas. Es la candidata más formal. A su lado, trajeado, Sirera. Saludos y fotos con Albert Sáez y Paco Escribano, estribillo que se repite en cada estrofa de candidato que llega. El segundo, a las 21.58, es Joan Herrera. Sube la cuesta caminando. El candidato más sostenible, no hay que darle muchas vueltas. A las 21.00 aparece por un lateral Joan Ridao. El candidato más doliente y velazqueño, el caballero de la mano en el pecho. Tres minutos más tarde sube la cuesta Carme Chacón. La candidata más menuda y pizpireta. Lleva unos zapatos por cuya proa asoman los dedos y una blusa veraniega: hace sufrir, porque la temperatura del plató, conocida entre los profesionales como "temperatura Cuní", es gélida -luego pararán el aire, a petición de los candidatos-. Y finalmente, a las 21.05, un furgón Mercedes oscuro llega hasta la misma puerta de TV-3 y de ella desciende el candidato más impactante (gabardina negra, bufanda roja, tal que un Escamillo cenetista llegando a Sevilla): Josep Antoni Duran Lleida. Un visto y no visto.

Desaparecen los candidatos, rumbo al maquillaje. Pero a los enviados especiales a Sant Joan Despí todavía nos es dado verles llegar al plató. Por el siguiente orden: Ridao -todavía más doliente en la soledad helada del plató-, Herrera, Nadal, Chacón y Duran, de nuevo en posición de cierre. Los candidatos a cámara cerrada son entrañables: preguntan por la salud de los otros, especialmente las de Chacón y Duran Lleida. Nadal no puede con su garganta y Ridao anda resfriado. En un rincón, Cuní marca con el brazo derecho un compás de tres por cuatro: "La televisión tiene que ser un, dos, tres, un, dos, tres". Ésa, asegura, es la única recomendación que ha dado a la realizadora: en cada compás, cambio de plano. Y eso, fundamentalmente, para diferenciarse de "la otra", la española: los tres minutos de cámara fija dedicados a Campo Vidal horrorizaron a Cuní.

Diferente del otro debate es. Aquél fue una polca rápida, un tuya-mía sin tregua: de los dos candidatos, uno será el próximo presidente del Gobierno de España. Éxito al 50%. En cambio, en el vals de ayer intervenían cinco bailarines -uno baila solo: adivinen quién-, pero ninguno será nominado. La metáfora catalana: muchas sfumature, un degradé ideológico fino, una sinfonía de puntos de vista, pero mandar, lo que se dice mandar, muy poco o nada. Un vals pues delicado, raveliano, femenino: la valse catalana. Lo que importa no son los objetivos, sino el aire, el compás, ese tres por cuatro sostenido. Un ritmo terciario propio, distinto del binario español: a veces los pianistas se encuentran con el reto de afrontar a la vez los dos tiempos, la mano derecha a tres, la otra a dos. La cuadratura no es fácil: sólo se consigue cuando cada mano logra ser independiente de la otra. Pero no sería bueno que esta crónica se escorara.

La valse catalana sigue pues en su lugar, sin mando, pero comportándose como si lo tuviera. Poco importan algunos corrimientos de tierra internos, como Josep Benet pidiendo el voto para CiU, cuando antes lo pedía para el PSUC. El orden de los factores no altera en nada el sólido producto, el un, dos, tres que marca la batuta de Cuní, el primer tiempo fuerte, los dos siguientes débiles, en levare. Un metrónomo implacable que no deja nunca de latir, ni siquiera cuando el conductor enfila la coda del debate, pasada la medianoche.

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