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Reportaje:Ida de las semifinales de la Copa del Rey

Liberado sin Cañizares

Hildebrand mejora su rendimiento en el Valencia desde que Koeman apartó al español

Para que luego digan que la competencia aumenta la competitividad. No en el caso de Timo Hildebrand, de 28 años, que ha empezado a jugar bien justo cuando, a finales de diciembre, el técnico del Valencia, Ronald Koeman, decidió apartar del grupo al meta titular Cañizares. Los números cantan. De los 16 encuentros que ha disputado Hildebrand, en los ocho primeros, con Cañizares amenazante, encajó 11 goles; en los ocho siguientes, 7. Es decir, cuatro tantos menos sin el yugo de Cañete.

Sólo a partir de entonces empezó a soltarse y a verse las cualidades que lo convirtieron en internacional por Alemania en 23 ocasiones. 1,85 metros de estatura, ágil y rápido bajo palos, seguro en los balones aéreos cruzados al área, e intuitivo en los uno contra uno: aguanta de rodillas y con los brazos abiertos hasta que el delantero dispara contra el muñeco. Su juego de pies tampoco está nada mal: en un programa de la televisión alemana le pidieron que colara el balón por tres agujeritos de una portería y clavó los tres. De pequeño había sido delantero. Exhibiendo todas esas virtudes se doctoró el miércoles en el Camp Nou, en la semifinal de la Copa, ante el Barça (1-1), en lo que supuso su primera gran actuación desde que llegó en verano pasado a la Liga española.

Provocó recelos al llegar: le había fichado Carboni, que ya no estaba cuando aterrizó

Después de la palomita a un disparo enroscado a Eto'o, Hildebrand se levantó y agitó el puño derecho en señal de triunfo. Acaba de dar el paso adelante en un gran escenario que le había pedido su preparador en el Valencia, José Manuel Otxotorena. No era mal momento para pisar por primera vez el Camp Nou. El cuadro de Koeman había mejorado defensivamente en las últimas semanas -con un Albiol estelar-, y el portero se sentía cada vez más confiado. Mora, por supuesto, no es ninguna amenaza. Y por fin quedaban sepultados los recelos que provocó su aterrizaje en Mestalla, con la carta de libertad procedente del Sttutgart, y avalado por el anterior director deportivo, Amedeo Carboni, que ya no estaba en el club cuando él llegó. Ese aval le ocasionó la desconfianza de los enemigos declarados de Carboni: Quique Flores. Y Cañizares, por supuesto.

La progresión de Hildebrand, que fue un niño prodigio del Sttutgart, ha estado frenada por grandes elefantes de las porterías. En Alemania le tapó la sombra primero de Kahn y ahora de Lehman, si bien el pésimo estado de este último, reserva de Almunia en el Arsenal, le abre alguna esperanza de ser el titular de la Eurocopa de Austria y Suiza. En la Bundesliga se labró un prestigio. El griego Charisteas, del Bremen, acabó con sus 884 de imbatibilidad en 2003, un récord que había poseído Kahn (802 minutos). El título le valió su primera participación con la selección absoluta en 2004.

¿Su punto débil? Otxotorena ha trabajado con él los centros frontales y los blocajes, puesto que despeja con demasiada ligereza el balón en vez de atajarlo. Tiende a adornarse. Tal vez porque sea un presumido. Como si fuera un tic, coloca una y otra vez la melena rubia por detrás de las orejas en un gesto de coquetería inconfundible. Es, por otra parte, muy autocrítico. En su página web manifiesta su firme deseo de hablar perfectamente español. Ya daba clases antes de venir. Y en esa ventana al mundo vuelca sus ambiciones y frustraciones. Se señala, por ejemplo, como el único responsable de la derrota frente al Atlético en Liga (1-0). "Una única decisión equivocada del portero llevó a la derrota", reflexiona. Analiza cada encuentro y el del Camp Nou fue "uno de esos partidos que uno no olvida tan rápido". Por último, se despide con un elegante homenaje a sí mismo: "Me ha ido bien haber tenido mucho trabajo".

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