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ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Columna
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Mentiras

No es arbitrario ni falso decir que el PP se ha empleado a fondo en mentir en esta legislatura. Es verdad que la mentira no es algo que se pueda atribuir a un solo partido o a una persona. Sin embargo, si en algo se ha caracterizado este último período político es porque los responsables de mayor relevancia del grupo popular, sea a nivel nacional o autonómico, han seguido una estrategia de mentiras y de manipulación de las verdades para hundir al adversario político, en concreto, al grupo socialista. No les ha dado miedo que las instituciones pudieran reventar. Lo importante para este grupo de la falacia era destrozar al adversario sin sujeción a ética alguna. No trato con esto, ni mucho menos, de mirar al pasado.

Atrás queda la guerra de Irak con sus mentiras y que, en unión de otros actos de gobierno, como el famoso decretazo y la huelga general que le siguió, hicieron que tras las últimas elecciones cada uno quedara en su sitio. Sin embargo, como el agua pasada no mueve molino, aunque ya se vio cómo se molía y más con Andalucía, entiendo que hay que mirar hacia delante. Claro que para mirar hacia delante tenemos que pensar también qué nos espera y en qué grupo político podemos confiar. La acción pública, la que se ejerce desde el poder, no puede actuar con limpieza si quienes la detentan son sospechosos de ejercerlas sin las cualidades que se les deben presumir y, entre éstas, no están los engaños ni las manipulaciones. Ejemplos en esta legislatura hay, y muchos. Ahora, en fechas recientes, hemos visto que cuatro o 40 energúmenos han ofendido a María San Gil en Galicia y a dos cargos del PP en Madrid. Todas las fuerzas políticas lo han condenado. No basta para el PP, sino que hace responsable al PSOE. Es mentira y una manipulación de los hechos. Los responsables son los energúmenos que han cometido los actos.

En cambio, en el llamado caso Bono, que acudió a una manifestación en apoyo de las víctimas, le pegaron y le maltrataron y el PP no sólo no le respaldó sino que si por él fuera, y no por los tribunales, hubieran ido a la prisión José Bono y toda la policía. Más manipulación. Como más mentira y manipulación en el caso del médico Montes, acusado por este grupo, casi, de practicar la eutanasia, sometiéndole a todo tipo de vejaciones y procesos penales. Hoy, con sentencia en la mano, se sabe que no es verdad; que todo fue falso. El PP sigue sin rectificar y manipulando la verdad judicial se mantiene en sus trece y sin pedir una disculpa. Y así, todo un rosario de manipulaciones, como en materia de desempleo -el más bajo en la historia de España-; siniestralidad laboral -la más baja de la democracia-; viviendas de VPO -los gobiernos estatal y andaluz son los que más viviendas de esta naturaleza han construido y han puesto las bases legales para que así continúe en la próxima legislatura-. Son formas de actuar que permiten presumir que, de ganar las elecciones, es lo que nos espera.

Recuerdo, y de esto hace ya algún tiempo, que leyendo un libro sobre la historia más reciente y más dura de España, contenía una referencia a un comunista. Se le preguntaba, porque en el fondo dudaban de su condición, si era o no comunista. Su respuesta fue: siempre estaré en frente del fascismo. La he recordado con motivo de las manifestaciones del presidente Manuel Chaves en el velódromo de Dos Hermanas. Ha pedido que no se vote al PP "hasta que aprendan a respetar y a no mentir". No pide el voto a su grupo, que también se pide, se pide que se vaya a las urnas y se le diga al PP que no y que acepte democráticamente el resultado. Es la única forma que puede llevar a una normalización democrática, en la que el gobierno gobierne y la oposición haga oposición. Un objetivo difícil de lograr si vuelven los mismos que mintieron; los mismos que han continuado mintiendo y los mismos que no paran de enturbiar y deteriorar las instituciones. Es razonable que, con la que ha caído de norte a sur, se pida el voto para aquellos grupos que no han hecho de la manipulación ni de la mentira una constante en la forma de hacer política.

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