Mentes elásticas para el futuro
Zapatos que no paran o despertadores con pelo son algunas de las últimas propuestas del MOMA
Cuando la ciencia y el diseño se alían con vistas al futuro, los resultados pueden ser inquietantemente bellos, pero también provocativos y sobrecogedores. Ésa es la idea que subyace detrás de una atrevida muestra que se inauguró ayer en el Museum of Modern Art, de Nueva York, bajo el título Design and the elastic mind (El diseño y la mente elástica). No sólo se trata de una recopilación de sorprendentes objetos procedentes de estudios de diseño o laboratorios de todo el mundo y que algún día no muy lejano se introducirán en nuestras vidas. También ofrece una amplia serie de conceptos que invitan a considerar las limitaciones, aspiraciones y hábitos del hombre corriente con vistas a mejorar su existencia o simplemente, a crear un debate en torno a nuestras decisiones futuras.
¿Para qué sirve un espermatozoide en cuyo ADN se ha implantado información tipográfica? Oded Ezer, el creador del llamado Typosperma, concebido gracias a la nanotecnología (el arte de manipular materiales a escalas moleculares o atómicas) simplemente aspiraba a crear un nuevo tipo de criatura transgénica, mitad letra mitad espermatozoide humano. El resultado es estéticamente espectacular, pero la simple posibilidad de su existencia genera preguntas sobre cómo el llamado nanodiseño será capaz de crear organismos imposibles que, sin embargo, ya hoy empiezan a ser utilizados en la medicina y prometen ser la llave que abrirá la puerta a la curación de muchas enfermedades.
Pero ya no basta con adaptarse a los cambios tecnológicos: éstos se producen a tal velocidad que a la adaptabilidad hay que añadirle la aceleración. De ahí la necesidad de una mente elástica dispuesta a absorber las transformaciones en el espacio, el tiempo, la materia y el propio individualismo. "Es ahí donde entra en juego el diseñador, que aquí se presenta no ya como alguien que nos provee de cosas útiles si no que, a través del uso de los avances científicos y tecnológicos, interpreta esta extraordinariamente dinámica realidad", explica Paola Antonelli, comisaria de la muestra.
El nanodiseño es sólo uno de los fascinantes capítulos de esta exposición en la que el diseño orgánico tiene otra parte esencial, proponiendo ideas como la del estudio The Tissue Culture and Art Project, creadores del prototipo Victimless leather (Cuero sin víctima). Se trata de una chaqueta viva en miniatura, concebida in vitro de materiales biodegradables con la que Oron Catts e Ionat Zurr llaman la atención sobre los hábitos consumistas. "Si las cosas que nos rodean cada día estuvieran vivas seríamos más responsables con nuestro entorno y reduciríamos nuestros niveles de consumismo".
En el ámbito de los aparatos puramente prácticos pero con conciencia hay desde elementos como el O Oxygen generator que activa la producción de oxígeno de unos organismos inmersos en agua llamados Spirulina platensis -y que ahora utiliza la NASA para mejorar la calidad del aire de sus astronautas en el espacio-. También hay zapatillas como las diseñadas por la española Emili Padrós. Sus Non stop shoes (zapatos que no paran), acumulan energía al caminar y después pueden utilizarse para recargar aparatos electrónicos.
La ironía no falla y de ahí que haya otro capítulo que, bajo el título Diseño para el debate, haga propuestas tan sarcásticas como el iPod en forma de crucifijo titulado Ibelieve (Yo creo), de Scott Wilson, o los absurdos objetos de Noam Toran bajo el nombre Accesorios para un hombre solo, que incluyen un despertador con pelo que al sonar se restriega sobre la cara para que el hombre solo tenga la sensación de amanecer acompañado o una máquina que se fuma un cigarrillo como si fuera una mujer después del coito.
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